jueves, 20 de septiembre de 2018

Una escuela en la grieta


Mañana vamos a festejar el día de la primavera, pero no traigan nada para compartir. Nos vamos a arreglar con lo que hay en la escuela, compartimos el almuerzo y la merienda en el patio y listo. Las cosas están mal en la casa de todos y no vamos a poner en gasto a las familias. Así que vengan como todos los días, a trabajar en clase y por la tarde haremos recreación con los profes.”
Así se despedía a los niños,  la directora de la escuela que tengo "abajo", ayer por la tarde.

Como se ve que el karma existe, a mi me persigue el  “bandera de la patria celeste y blanca, símbolo de la unión y de la fuerza con c la que nuestros padres nos dieron independencia y libertad…” 
Jubilada y todo, cada día vuelvo a escucharlo como si estuviera en el purgatorio.
Y eso que yo vivo en el paraíso tucumano. Arriba de la Escuela 374. 
Me refiero con “arriba”, al “al lado” propio de los cerros. Separados el patio de la escuela  y el de nuestra casa por una pirca muy antigua que siempre hay que andar reparando, pero la escuela está “más abajo” sobre la ladera del cerro. Para que se ubiquen los del llano llano,  yo camino por un suelo que está a la altura de los techos escolares.  Y como mi ventana tiene vista panorámica del lugar del mástil con la bandera, suelo presenciar sus izares a las ocho y cuarto de la mañana y sus despedidas a las cuatro de la tarde. Nada que hacer: la escuela pública me perseguirá hasta la muerte. (Aquí la gente se vela en su casa, no hay salas velatorias: ´”que flote con honor y gloria…” acabará siendo mi canción fúnebre. Y bueno, mientras pueda flotar con honor y gloria...)
Mi patio, la pirca, la escuela "abajo" con su patio y su mástil, pero todo bajo la nevada ultima. Para que se entienda mejor por qué no me pierdo la "Oración a la bandera" ni queriendo..

La escuela N° 374 es muy linda. 
Hace un año atrás o dos, casi la cierran por falta de alumnos, pero ahora tiene cada vez más.  Es que es la secundaria tiene comedor igual que la primaria. Y además  es una escuela rural pequeña, donde no existen las competencias absurdas que el capitalismo impone tempranamente para convertirnos a todos  en consumistas ansiosos. Nadie se fija en la ropa, en las zapatillas, en la marca de los útiles.  Y cuando la crisis aprieta cada vez más los hogares argentinos, es todo un detalle que la escuela se base en lo importante y deje de lado las tonteras que frustran y generan violencia. Además, se come bien. Y se aprende. Y se juega.  No es un dato menor hoy en día.
La escuela 374 tiene dos nombres. Una marca de la famosa grieta que  nos quieren vender como un defecto del ser nacional y no es más que el modo que tenemos de seguir identificándonos entre nosotros.
Un nombre es el que dicen los carteles de Vialidad Provincial pomposamente: 
“Teniente General Pedro Eugenio Aramburu”.   
La jaula de los gorilas. Aramburu con la banda presidencial después del golpe de Estado de 1955. A su lado Isaac Rojas.
También aparece en La Gaceta, el diario tucumano de mayor circulación y vinculado al grupo mediático que gobierna nuestro país hoy. Y en algún portal más como orientapadres.
El otro aparece en el google maps, en conectandoescuela, infoescuelas y la página de ATEP, el sindicato de maestros  de la provincia, y en el corazón de la gente:
 “General Juan José Valle”. 


El General Valle, fusilado por levantarse contra el gobierno de facto de Aramburu en  junio de 1956.

Curioso: el fusilado reemplaza al fusilador en el corazón de la gente cuando por Resolución de agosto de 2015 el Ministerio de Educación solicita el cambio de nombre al Ejecutivo tucumano  y propone el de “Dr. Ernesto Sábato”.
Así las cosas nadie arriesga cómo llamarla. Según quién dirija el acto o escriba las notas, es el nombre que aparece. Y por eso es más fácil decir  “la escuela de El Potrerillo”. 
De todas formas, aunque no puedo ser imparcial ni quiero, me parece que el General Valle va ganando dos a cero porque algún vecino ofuscado tachó con aerosol blanco el cartel de vialidad donde figuraba el nombre del fusilador Aramburu. Y el pobre viejo Sábato no parece haber prosperado demasiado ni en vida ni en la eternidad de los nombres.

Esta es una barriada pobre. Nada de esos barrios residenciales que pueblan los valles sólo en la imaginación de los turistas por obra y gracia de los vendedores de viajes. No. Esos están acotados a una zona pequeña y bastante alejada de ésta. 
En esta barriada,  la escuela 374 pelea a brazo partido su lugar en la historia nacional de este lado de la grieta. 
Acá hay problemas con el agua, escasa y no siempre potable. Se supone que recogen la basura, pero no se sabe cuando y hace poco convirtieron los territorios del Ejército en Parque Nacional con carácter de reserva. Lo que significa que todos nosotros, desde el cóndor y el aliso, hasta las ovejas y los vecinos, pasamos a ser algo así como una atracción turística. Y eso genera desconcierto. 
¿Qué pasará con los animales que hoy pastan en el territorio de la futura reserva? 
¿Habrá más trabajo?
¿Nos echarán de las tierras? 
Chi lo sa... 
 
Por ahora, pasó agosto y el invierno y llega la primavera. Y en medio de la crisis, al menos hay escuela. Que establece rutinas, horarios, tareas, vínculos, motivos, que tiene comedor y merienda y además tiene dos nombres a falta de uno. Casi tres.

“—…juremos defenderla hasta morir antes que verla humillada…” —rezan los niños cada día. Digamos que eso pega más con el General Valle que con su asesino.— “Que a su sombra la nación argentina acreciente su grandeza por siglos y siglos y sea para todos los hombres, mensajera de la libertad, signo de civilización y garantía de justicia.”
Eso. 
Y que vuelvan los días de la primavera con picnics y fiesta, con empanadas y pastafrolas y tortillas hechas en casa. Que flote con honor y gloria sobre las panzas llenas, los pies calzados, las casas calientes en invierno, el agua insípida, inodora e incolora que la seño de tercer grado se empeña en decir que existe.