PARTE 2: EL
EXPEDIENTE
El Oficial Gordillo (3) estaba de buen humor.
Se le notaba aunque quisiera disimularlo con
una sobria reserva profesional. Era una linda mañana de sol y el fin de semana
pintaba tranquilo.
Llevé una docena de tortillitas para el mate,
y como quien no quiere la cosa las dejé sobre el escritorio. El tipo estuvo
como media hora preparando café, revolviendo papeles, imprimiendo archivos que
guardaba en su vieja computadora de mesa, agujereando hojas y numerándolas
antes de darme una copia de lo que se supone era “el expediente”.
-Mire, -arrancó- esto todavía es materia de
investigación y se supone que no debe ser publicado. Pero tampoco hay secreto
de sumario, así que se lo presto y me lo devueve después de leerlo, estamos?
- Ajá.
- A
decir verdad, nadie sabe qué hacer con esta denuncia. Seguro acaba archivada. Como denuncia laboral, no nos compete si no
hay algún otro delito conexo. No sé si
me comprende el léxico específico… -alardeó.
- Comprendo, la jurisdicción sería el Ministerio de Trabajo…
- Exacto.
- Y ustedes no tienen obligación de remitirlas.
- Exacto.
- Entonces, ¿por qué han tomado tantas declaraciones?
- Porque algo hay que hacer. La
gente viene, preocupada con algo y quiere que le den una solución. Uno sabe que
no puede hacer nada, pero les toma declaración y ellos depositan el problema en
la autoridad. Y se van a dormir más tranquilos, me comprende?
- Claro.
- No vaya a creer que es pura burocracia
nomás. En estos parajes olvidados de la mano de los poderes públicos, la
comisaría está para todo menester. Usted puede venir a declarar que está vivo
para que no le corten la jubilación, puede denunciar a su marido si le pega,
puede denunciar que el chancho de Gómez tiene triquinosis o que entre los
cerros apareció Manco Capac levantando a la indiada. Las órdenes son claras: recibir todas las denuncias y
anotarlas, tomar declaración a los requirentes de intervención e informar a la
superioridad, me entiende?
- Le entiendo.
- Ahora, actuar, lo que se dice actuar,
intervenir con el poder de policía, sólo en los casos en que presuntamente se
estaría configurando un delito o infracción. Y en todos los casos, queda a la buena voluntad del oficial de turno
decidir qué cosa es urgente y qué no, me entiende?
- Le entiendo.
- En el caso que nos ocupa, las
denuncias se efectuaron el día
subsiguiente a los hechos acaecidos, hallándome de turno en servicio y, por
consiguiente, tocándome la decisión de actuar o no actuar. Y no consideré necesario intervenir. Mucho
menos cuando la presunta imputada por el delito de usurpación de identidad había
desparecido de los lugares donde se la había visto.
- Además, por lo que sé, no habría hecho nada
que mereciera represión policial.
- Exacto. A juzgar por las declaraciones, se limitó a decir sus verdades en la cara de
algunos ciudadanos de esta comunidad y eso no es infracción alguna. Por otra
parte, los daños en las propiedades que pudieren haberse efectuado, según
declaran los testigos y podrá usted leer, no le son imputables toda vez que no han
sido producidos por su acción directa sobre las cosas, sino por la fuerza
potente de su ira y su palabra, elementos que no aparecen como armas o
herramientas en nuestra codificación. Si no me entiende, me avisa, a veces se
me da por ponerme muy técnico. Deformación profesional que le dicen, vio?
- Le entiendo perfectamente.
- Mejor. Lo que le estaba diciendo es que la
violencia en las cosas exigida para configurarse delito, no fue realizada por
mano humana alguna, sino por una voz que
-al decir de los testimonios- es más divina que humana. Es cierto que se debe
considerar la filiación política de los declarantes, todos adeptos de la
mencionada figura pública que dicen haber oído. Aunque los pocos ‘contreras’ y ‘antis’ (como se les suele
denominar en la jerga cotidiana, no crea que yo me meto en política) que
declararon, aseguran que, aún sin ser divina, la voz no era totalmente humana,
sino que parecía provenir de un espíritu muy potente, sin hallarse en
condiciones de decidir si se trataba de ángel o de demonio. Como ve, la ideología atraviesa todas las situaciones
de la vida, doña, y no hay modo de evitarlo.
- Claro.
- Bueno, acá le dejo los papeles bien
ordenados y foliados para que no falte ninguno cuando acabe....
- Por favor, no se preocupe…
- No me preocupo, pero si algo le interesa
más que lo demás, me avisa y le hago copia. Y quedamos amigos y sin
resentimientos.
- Prefiero copiar en mi cuaderno lo que me
parezca interesante, si es que eso está permitido y no lo compromete.
- Para nada, es su letra. Eso sí: para su
publicación, recuerde, debe consultar primero conmigo si el caso se ha cerrado.
- O si ya se han efectuado los pertinentes
arreglos para su publicación por medios hegemónicos con facilidades financieras
para colaborar con los agentes del orden…
- Oiga, le han dicho alguna vez que usted es
una máquina de hacer amigos?
- Varias veces. Era un chiste, oficial. Mire
si voy a pensar así de la institución... Primer testimonio:
“La dicente
manifiesta no haberse encontrado bajo la influencia de alcohol, ni drogas ni
medicamentos ni sustancia alguna que pudiera alterar sus percepciones y su
memoria de lo percibido. Dice que se encontraba trabajando en su puesto
habitual de trabajo, atendiendo al público, cuando se oyó una voz potente y ronca que dijo muy fuerte “CINCO SIGLOS IGUAL”, provocando las
ondas expansivas de esa frase, la caída
de siete cartones de azúcar de quince kilos cada uno desde una altura de cuatro
metros donde se hallaban depositados, desparramándose los paquetes rotos por el
piso con gran estruendo. Que eso provocó un susto mayúsculo en las personas que
se hallaban en el local de ventas, huyendo algunas despavoridas, mientras otras
gritaban con histeria y algunos más pícaros, se abalanzaban a juntar azúcar del
piso y meterlo en sus bolsos para huir después sin pagarla. Que no puede decir
los nombres de los mencionados por ser clientes del lugar y haber resuelto el
dueño del mismo, arreglar estas cosas en forma privada, sin intervención de la
fuerza pública. Que a continuación del bombazo de azúcar se oyó la misma voz
ronca partiendo de una mujer delgada y bastante menuda, teñida de rubio, que
usaba un vaquero común, algo grande, un buzo gris con capucha y bolsillos
canguro, zapatillas blancas, que miraba sospechosamente el piso y tenía las
manos en los bolsillos del buzo. Que su voz parecía la de un demonio, porque
retumbaba como si tuviera un micrófono incorporado “en su jeta” (sic)…
Preguntada acerca de lo que dijera el personaje descripto, para constatación
con otras declaraciones efectuadas sobre el mismo hecho, dice que recuerda
algunas pocas palabras que a continuación repite y se transcriben textualmente:
“…las mujeres que son pueblo puro no deben entregarse jamás a la oligarquía. Yo
no hago cuestión de clases. Yo no auspicio la lucha de clases, pero el dilema
nuestro es muy claro: la oligarquía que nos explotó miles de años en el mundo
tratará siempre de vencernos. Nuestra patria dejará de ser colonia, o la bandera
flameará sobre sus ruinas .No nos alcanzará el alambre de fardo para colgar a
los contreras".* Estas últimas palabras, expresa la dicente, le
impresionaron mucho por el tono amenazante y porque ella ha sido radical desde
su más tierna edad, recordando que en su infancia y juventud se solía llamar contreras a quienes no eran peronistas
y se les amenazaba de ese modo. Que la voz dijo otras cosas más, pero que esas
son las que mejor recuerda por haberlas oído antes. Que preguntada dónde las
había escuchado antes, dice que fue en la televisión y en la voz y la palabra
de la señora Eva Perón, en películas sobre su vida. Preguntada acerca de la
identidad de la persona de la que emanaba la voz, la dicente expresa que en sus
movimientos y palabras, cree firmemente que era la misma Eva Perón rediviva la
que se hallaba con las manos en los bolsillos perorando en medio de la tienda.
Que en su momento, ‘la aparecida’ (sic) la miró fijamente, en razón de ser la
dicente empleada y madre de unas niñas que a veces concurren a ayudarla, pero
que solicita quede expresa constancia
que las mencionadas menores concurren a
la escuela obligatoria sin faltar por causas de trabajo y que si realizan
labores como dependientas en la tienda es como práctica y por su gusto y
voluntad, para estarse ocupadas en cosas útiles y por tener su propio dinerito
para sus necesidades, que en ningún caso se las obliga a trabajar o a aportar al ingreso familiar’
‘El declarante, mayor de edad, en uso de sus
facultades, (…) manifiesta que iba por la calle rumbo sureste, cuando escuchó
un griterío y vio una estampida de gente salir del comercio denominado
comúnmente “del Borigen”, que tanto escándalo le hizo temer un hecho de los
denominados de inseguridad, por lo que cautelosamente se dirigió al lugar,
viendo que el local se hallaba casi vacío, que solo quedaban en su interior las
empleadas, la dueña y su consorte, que
algunos pocos clientes se habían recostado contra los exhibidores y
miraban todos fijamente a una N.N. de sexo femenino, en apariencia joven, que
vestía un buzo gris con capucha y que por el miedo expresado en los rostros de
los que se hallaban presentes, temió que tuviera un arma en sus manos, las que
no se encontraban a la vista, ya que la N.N. se hallaba de espaldas al ingreso
del local. Dice que para verificar si se encontraba en lo cierto, gritó desde
atrás de una columna, para el caso que la N.N. estuviera armada, “QUÉ PASA ACA?” y entonces la N.N. gira y lo mira fijamente y
el declarante ve que tiene las manos en los bolsillo, por lo que se acerca y
comprueba que se trata de una persona muy parecida a la conocida como Eva Duarte
de Perón, fallecida en 1952 como es de público conocimiento. La N.N. le
responde con una voz ronca que el declarante reconoce como la de la mencionada
Eva, diciendo más o menos estas palabras: "Sangra
tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar, sin esperar...Cada uno
debe empezar a dar de sí todo lo que pueda dar, y aún más. Solo así
construiremos la Argentina que deseamos, no para nosotros, sino para los que
vendrán después, para nuestros hijos, para los argentinos de mañana..."* Continúa el declarante diciendo que nadie
se movía en el lugar y que se acercó a la mujer con intención de empujarla,
pero que a la distancia de un metro un frío glacial lo detuvo y no se atrevió a
avanzar más, que los ojos de la mujer se le clavaron en la cara y que debió
bajar la mirada. Que en ese momento el dueño del lugar, que no se había movido de
su puesto detrás de la caja registradora, se acercó un poco más, siempre por
detrás del mostrador, y dijo algo como: ‘¿ qué pretende señora, qué es lo que
quiere?’. Y que la voz que salía de la joven con las manos en los bolsillos
respondió una frase larga que el dicente reconoce en estas palabras que le son
leídas por el oficial que toma la declaración, luego de buscar en internet por
palabras sueltas que el declarante recuerda: "...Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública
y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la
sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y
ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa
elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el
destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente
mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que
trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora
ínfima. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del
tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria
tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna(…) Lo único que
debemos hacer es adquirir plena conciencia del poder que poseemos y no
olvidarnos de que nadie puede hacer nada sin el pueblo, que nadie puede hacer
tampoco nada que no quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos
a ser dueños de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de
enfrentar al destino."* A continuación de este discurso, menciona el
declarante que dos muchachas que habitualmente trabajan en el local comercial
se echaron a llorar y la dueña del lugar comenzó a reírse con muchos nervios,
que se acercó a la mujer del buzo gris a los gritos, echándola del lugar y queriendo
empujarla,sin conseguirlo, por lo que su esposo la tomó por detrás, diciendo que dejara de hacer eso, que les podía traer
problemas. Preguntado acerca de la actitud de la intrusa que había causado
tanto revuelo, el declarante manifiesta bajo juramento que no se defendió ni
agredió a ninguno de los allí presentes, que ‘la aparecida’ miró a todos los
que estaban y dijo una cosa en verso de
la que aporta algunas palabras y, que luego de ser rastreadas éstas en
internet, resultan ser parte de las siguientes estrofas, las que leídas al declarante, las reconoce como las dichas en esa ocasión: “Yo he de volver como el día/para que el
amor no muera/ con Perón en mi bandera/con el pueblo en mi alegría./¿Qué pasó
en la tierra mía/desgarrada de aflicciones?/¿Por qué están las ilusiones/quebradas
de mis hermanos?/Cuando se junten sus manos/volveré y seré millones.”**
Dicho esto, se produjeron algunos desmayos dentro del lugar y la mujer intrusa
dio media vuelta y se retiró sin más palabras ni gestos, con las manos en los
bolsillos, dirigiéndose, por lo que él pudo ver, rumbo a la ruta, que no la siguió pero le contaron
después vecinos de La Angostura, que la
vieron perderse por el camino que baja hacia Acheral. Que no sabe que pudo
haberle ocurrido, porque él se quedó asistiendo a las mujeres desmayadas, presas de ataques de pánico y nervios. Que es
todo lo que puede referir de los hechos por los que se presenta a declarar y
firma de conformidad ante mí...’
Tercer testimonio:
Se presenta
en esta Comisaría siendo las once horas del día de la fecha, una mujer que dice
ser Ermelinda María Eva Juana C., de 54 años de edad, domiciliada en esta
localidad como acredita con documento de identidad, casada, propietaria del
comercio que regentea junto a su esposo y en el que se registran tres empleadas
mujeres mayores de edad, dos empleados varones y al que suelen concurrir las
hijas menores de su encargada general en condición de acompañantes y nada más,
ya que concurren a la escuela secundaria tal como se puede acreditar por
testigos y por medio de los registros de dicha escuela, no siendo empleadas de su comercio sino sus “hijas del
corazón”, que las ha visto crecer y ha ayudado a criarlas, solicitando quede constancia en la presente de
tales hechos. Manifiesta asimismo que
hallándose en el día de ayer, como de costumbre, con el local atestado de
clientes, aunque muchos menos de lo habitual, dada la crisis económica que
aflige a todos, se presentó una mujer joven, delgada, vestida con pantalón
vaquero, buzo gris con la capucha puesta y las manos en los bolsillo que la
dicente reconoció como una clienta de los últimos días, quees de un gran parecido con las estampas que circulan
por allí de la señora Eva de Perón, que ella no tiene ideología política y no
tiene nada que opinar a favor o en contra de la mencionada Eva de Perón, pero
que es capaz de reconocer el parecido con
una figura que ha visto hasta el cansancio. Aclara que no cree como
otros vecinos, que la dicha NN. Femenina sea la señora de Perón, sino alguien que
se ha puesto a imitarla con intenciones de realizar una broma, pero que las
cosas se salieron de madre debido a las emociones que despertó en algunos de
los presentes. Manifiesta que ella nunca la agredió ni intentó golpearla, sino
que viendo el terror que despertaba su actuación en sus “hijas del corazón” y
la estampida provocada entre los clientes, se dirigió a ella educadamente para
pedirle que se retirara, y que la mujer dijo palabras que no recuerda, pero que
estando ya en la puerta de salida, casi pisando la vereda, una de las niñas que
trabaja en el local se dirigió corriendo a la N.N. y la abrazó llorando y que
entonces ‘la aparecida’ respondió: “No me llores perdida ni lejana, yo soy
parte esencial de tu existencia, todo amor y dolor me fue previsto, cumplí mi
humilde imitación de Cristo, quien anduvo en mi senda que la siga.”** Que
sabe que estas fueron las palabras exactas porque las lee de un papel que la
propia intrusa denunciada le entregó a la chica antes de separarse de ella, que
la niña guardó ese papel y lo llevó a la iglesia para pedir al señor cura
párroco que le consagrara el mensajito, pero que ella logró que le fuera
entregado para ser presentado como prueba a los efectos que se le tomen las huellas
digitales y el ADN correspondiente si fuera menester, todo ello con el fin de
descubrir la identidad de quien se hace pasar por un personaje histórico para
molestar a la gente que se halla cumpliendo con sus deberes. Preguntada, dice que nada más tiene para agregar, salvo
ratificar que ella no tuvo para con la intrusa ninguna agresión física o
verbal.’
Se presenta
ante mí nuevamente, bajo solicitud expresa,
la señorita Winona Ryder, estadounidense, de profesión actriz y de las demás señas ya descriptas en anterior
declaración, quién no se halla comprendida
en las generales de la ley y manifiesta que se encuentra de visita con su motorhome desde hace un semana en inmediaciones del
Dique. Preguntada nuevamente por sus
manifestaciones ante vecinos en relación con el hecho que nos ocupa, expresa, por medio de su traductor particular
cuyas señas particulares figuran abajo y quien jura asimismo traducir
textualmente las palabras de la declarante, que el día en que ocurrieron los
hechos que motivan estas actuaciones,
siendo las trece horas, se hallaba bebiendo cerveza junto a un árbol, cerca
de la curva de La Angostura, cuando se le apareció una persona de sexo
femenino, joven, menuda, delgada, vestida con jeans grandes, zapatillas blancas
y buzo gris, cabellos teñidos de rubio
dorado, quien sin sacar las manos de los bolsillos se dirigió a ella expresando
que renunciaba a los honores pero no a
la lucha*. Al preguntarle la dicente por el significado de esas palabras,
la aparecida le respondió que tenía más
miedo al corazón helado de los compañeros que se olvidan de su origen que al de
los oligarcas*. Manifiesta que al oir esa última palabra, reconoció que la
persona que le hablaba se parecía notablemente a una actriz de su círculo de
amistades que en cierta ocasión pudo ver en Broadway interpretando el papel de
la señora Evita Perón, que se rió creyendo que se trataba de una broma y le
ofreció cerveza, pero la mujer, sin moverse ni sacar las manos de los bolsillos, dijo que sentía deseos de quemar su vida para alumbrar el camino del pueblo argentino*,
que esos dichos todos fueron en perfecto castellano, que ella comprende el
español por causa de ser hija de un inmigrante ilegal, pero que tiene grandes
dificultades para hablarlo correctamente y mucho menos con los modismos propios
de las zonas que atraviesa, razón por la cual contrata un traductor que la
interprete, pero comprende muy bien lo
que se le dice y se le pregunta aunque no lo pueda responder, como si fuera
muda y no sorda, todas estas disquisiciones efectuadas a través de su traductor
y sin que se le preguntara al respecto, por lo que se le requiere si desea
dejar algo de lo dicho por escrito a lo que responde “yes” y su traductor que
sí, que todo lo expresado, razón por la que se deja constancia de un tema que
nada tiene que ver con la causa que nos ocupa, deslindando responsabilidad en
el dispendio administrativo el oficial sumariante que transcribe. A
continuación se le pregunta si tiene algo más que decir en relación a la N.N.
que es motivo de estas actuaciones, manifestando que antes de seguir caminando
rumbo a la yunga, la mencionada ‘aparecida’ repitió tres veces seguidas lo que
sigue, indicándole la dicente a su traductor que lo anotara en forma textual y lo
entregara a la policía local: "...Yo me guardo la esperanza por la
gloria,/lo único que quiero es servir,/a los humildes y a los trabajadores./ ¡VOLVERÉ
Y SERÉ MILLONES...!".** (Se resguarda junto a las presentes
actuaciones como prueba, el volante de “La Casona de Pepito” en cuyo dorso se
hallan escritas a lápiz las palabras antes referidas. ) Aclara la dicente que
esas últimas palabras también le recordaron a la obra vista en Broadway unos
años atrás, con motivo de la visita de la exPresidenta de la Nación Argentina a Nueva York. Que supone que son
palabras de Evita Perón y que la aparecida era una imitadora que estaba
ensayando sus parlamentos para alguna obra. Que no tiene más para decir y solicita se le permita
ausentarse de la zona ya que la esperan en Amaicha del Valle y Santa María para
filmar unas locaciones documentales, por lo que se la releva de sus
obligaciones como testigo hasta nuevo aviso, informándole que debe comunicar su
paradero mientras se encuentre en el país para el caso que se la requiera
nuevamente.
……………………………………………………………………………………………………
-Permiso oficial, puedo molestarlo?
- Pase, pase. Si gusta una empanadita…
- Gracias, me esperan para comer. No quisiera
interrumpirle el almuerzo, pero tengo una duda.
- Pregunte nomás.
- Es que, salvo la yanqui que habla con
traductor, las demás citas de la presunta Señora de Perón están textuales y me
resulta algo extraordinario en una declaración testimonial.
- Ah, eso. Mire, en principio, la gente tiene
buena memoria. Sobre todo tratándose de Evita. Ahora, lo de la ‘textualidad’ es
cosa mía. ¿Para qué existe internet si
no va a servir para mejorar nuestro trabajo?
-¿Quiere decir que las agregó usted por su
cuenta?
- No exactamente. Contravendría el
procedimiento de toma de testimoniales si lo hiciera. Fijese que en todos los
casos se aclara que en base a palabras sueltas recordadas, se buscó la frase y
se les leyó a los declarantes, quiénes … Me entiende?
- Le entiendo. Pero eso, ¿no sería hacer
trampas?
- Bueno, según cómo lo vea.
- Y usted ¿cómo lo ve?
- Tengo para mí que todo lo que no está
prohibido está permitido, así que cuando los declarantes iban hilando lo que
más o menos recordaban, yo buscaba las frases más parecidas, se las leía y
ellos las reconocían. ¿Eso está prohibido? No. Es más: firmaron sus
declaraciones muy contentos de poder ser fieles y veraces gracias a la
tecnología incorporada por la policía, me comprende?
- Le comprendo perfectamente. Y en el caso de
la extranjera, ¿qué pasó?
- Bueno, era muy complicado andar
explicándole el procedimiento por medio del traductor, sin decir que estaba
bastante borracha y fumada, lo que
dificultaba de por sí las declaraciones. Además, me pareció mejor poner
sus palabras textuales por si las cosas pasan a mayores e interviene la cancillería
y hay careos y esas cosas. Con los yanquis nunca se sabe. Más vale precaverse.
- Claro.
- ¿Algo más?
-No, gracias. Creo que anoté todo lo que me
interesaba, pasé por alto las meras
repeticiones.
- Y sí. Cuando todos han visto lo mismo,
suelen repetirse. No es una novela.
- Claro.
- Pero es muy útil en términos judiciales,
aunque sea un plomo literario.
- Me alegro.
Una cosa más, oficial, si es que quiere hacerlo…
- A ver…
- ¿Usted
qué opina de todo esto?
- Yo no opino doña, yo tomo declaraciones y
elevo a los superiores. Nada más. Pero le puedo contar una infidencia que no
está en el expediente. Esa señora de buzo gris pasó la noche en la comisaría,
sabe? Por pura protección personal para ella. La encontramos bajando por la
ruta y nos pareció mejor retenerla y mandarla en micro al día siguiente.
- ah, pero eso no está en … ¿Y qué? ¿La dejó ir?
- ¿Y qué motivo tenía para retenerla por más
tiempo? ¿Qué hizo de malo, a ver?.
-Tiene razón. No hubiera sido justo.
-Obvio. Y para que vea que el Oficial Gordillo
no miente, vaya y dígale al cabo Osorio, de mi parte, que le deje ver la celda
donde estuvo. Mire lo que escribió en la pared. No lo acompaño porque se me
enfría la sopa.
El Cabo no necesitó que le dijera nada. La
comisaría es tan chiquita que escuchó perfectamente la orden del oficial
Gordillo. Me hizo una seña y me llevó hasta una pequeña habitación pintada de
verde, con una ventanita enrejada. Desde
afuera encendió la luz y en la pared
bajo la ventana, como raspado a uña, se leía:
"Aparento vivir en un sopor permanente
para que supongan
que ignoro el final... Es mi fin en este mundo y en mi
patria,
pero no en la memoria de los míos. Ellos siempre me tendrán presente,
por la simple razón de que siempre habrá injusticias
y regresarán a mi recuerdo
todos los tristes desamparados
de esta querida tierra."
E.D.*
(1)En los Valles se le
llama “La Ciudad” a la capital de la provincia.
(2)”Borigen” o
“Boringen” o “Borinque” provienen de “aborigen”, término que reemplazó a
“Indio” o “indígen”. Si bien el término “indio” es el más usado en la zona para
designar a personas que pertenecen a las comunidades originarias, en una época
se lo consideró peyorativo y en las escuelas se empezó a usar el término
“aborigen”. De allí que los propios niños llevaran a su casa la novedad y entre
todos, un poco en broma y un poco en serio, comenzaran a llamarse unos a otros
de esta manera, deformándose el vocablo y dando lugar a un sinnúmero de apodos
y sobrenombres.
(3) Notable personaje
tucumano sobre el que se puede hallar abundante información en youtube.( https://youtu.be/eHpyuDjpA1Q, entre otros)
* Todas las alocuciones
adjudicadas a la “aparecida”, fueron tomadas de discursos y escritos de Eva
Duarte de Perón con excepción de los señalados por **, que pertenecen a
diferentes poemas laudatorios de su persona como a placas ubicadas en su tumba.