martes, 30 de junio de 2015

El pino

Apagué los motores
y anduve a la deriva
¿cuántos años anduve 

a la deriva, el motor apagado, ni
impulso ni gobierno, sin dirección?
Me recuerdo leyendo neones
a la vera de avenidas
desiertas. ¿Cómo pudo
nevarme encima todo ese cansancio?
¿Cómo pudo acumularse, quedar ahí toda la vida?
Sacudo la cabeza como un pino. La nieve no se va.


                                                          Beatriz Elvira Vignoli,
 novelista, poetisa, periodista, traductora y crítica de arte argentina. 
Nació en Rosario , el 29 de enero de 1965. Poema del  libro: "Viernes", Ed. Bajolaluna, colección nueva/poesía.

viernes, 26 de junio de 2015

Boludervios "Cuando..."

 Arrancamos.
Una buena forma de comenzar una frase destinada a convertirse en boludervio, es el condicional "cuando". Recuerda al famoso "If". O "Si ...(tal cosa) entonces (tal otra)".
No es lo mismo, pero son parientes.
El "cuando" parece relativizar. Es engañoso.
Parece no estar generalizando nada. Estamos sometiendo en apariencia una consecuencia prevista a la existencia previa de una condición. 

¿En cuál de ambos platillos de la balanza se ha puesto el poder del amor y en cuál el amor al poder?
¿El dinero no puede usarse para lograr la paz acaso? ¿Por qué se contrapone el amor con el dinero? 
Si la balanza se inclina al revés, y hay más amor que dinero, ¿hay más paz? 
¿En serio? 
No me digas...
O sea, que cuanto más pobres seamos, ¿más fácil es obtener la paz en el mundo?
Y entonces ¿por qué se extiende la guerra de baja intensidad por todo el planeta? Si hay más pobres que aman que ricos con dinero, si hay más gente que ejerce el poder del amor que el amor al poder.
¿Por qué "Cáritas" (puro corazón y amor) hace campañas de donaciones nacionales?¿Por qué las ONG (fundadas en base a puro corazón y amor) piden subsidios para resolver cuestiones que hacen a la paz de un sector de la sociedad?
 Algo chirría y no sé lo que es. Si mezclamos dos cosas tan disímiles como tornillos con huevos, puede que al masticar la torta, algún diente salga roto, no?

 Notable. Suele pegarle fuerte a la gente que vive alguna situación extremadamente triste, como el fallecimiento de un ser querido.
En realidad, en estos casos límites, el aparato síquico no responde siempre igual. Puede ocurrir que unos lloren a mares hasta hacer su duelo y otros recién lo hayan logrado cuando consigan llorar; y eso mucho tiempo después de acaecido el hecho infausto. Depende mucho del modo en que uno aprendió a manifestar sus emociones, a expresar lo que es realmente importante. Hay personas que pueden no derramar lágrimas y sufrir mucho, otras que son más expresivas y no pueden parar de llorar, otras que se enojan y la irritación parece volverlas impermeable, pero la procesión va por dentro.
Y, dicen los que saben, que también existen quienes jamás derramarán lágrimas cuando cuenten su historia porque son enfermos. Psicópatas, sociópatas, personas que no sienten culpa ni empatía con los que sufren. Me imagino Robledo Puch, o cualquier otro asesino serial, diagnosticado como enfermo mental en base a estas caracteríticas de personalidad,  considerándose a sí mismos curados simplemente porque puede contar como mataban sin derramar lágrimas.
Este cartelito es una generalización  verificable sólo en algunas personas y que, sacado de contexto, puede producir extraños resultados. como todo lo que se saca de contexto.

 El poco decir, que en tal alta estima se tiene, puede conducir a graves errores.
a tal punto que algunos de esos mismos boludervios están dedicados a advertirnos lo que pasa cuando se abusa de ellos:







lunes, 22 de junio de 2015

BOLUDERVIOS

Una idea boluda se puede convertir en boludervio, con un poco de tiempo y otro de repetición suficiente.

¿Qué sería un boludervio?
    Un  proverbio más boludo de lo necesario, una tontería con forma de sentencia, una pavada disfrazada de consejo,  un sinsentido bien dicho que hace chirriar los engranajes del pensamiento a quién lo escucha o lee.
En general, son bienintencionados, como las golosinas o las chucherías, están hechas para deleitar, adornar, acompañar un cafecito. Sin embargo,  su ingesta desmesurada y su acumulación sin control puede originar malestar espirituales más o menos grave y permanente.
    Un proverbio, para ser precisos,  sería:
“Frase de origen popular repetida tradicionalmente de forma invariable, en la cual se expresa un pensamiento moral, un consejo o una enseñanza.”
(Aparece recuadrada en Google, en primer lugar, al poner la palabra, sin remitir a ninguna otra fuente. ¿Supone esto que es una definición del propio buscador?)
       
     Otra   definición.de :  “… con origen en el término latino proverbĭum, es una clase de expresión que transmite una sentencia y que busca promover la reflexión. (…) suele asociarse a una expresión culta y de una cierta complejidad. El refrán, en cambio, tiene un matiz más popular y una difusión más amplia. Otra diferencia es que los refranes apelan al humor, mientras que los proverbios son más formales. (…)  en definitiva, pretende realizar una enseñanza o que contiene un imperativo moral. Es habitual que se agrupen de acuerdo a su origen: proverbios chinos, proverbios japoneses, proverbios españoles, etc.
Por lo general, tienen un significado literal y otro que se sugiere. La enseñanza, en este sentido, se encuentra en el significado que puede deducirse a partir de la información literal. En algunos casos, la literalidad carece de sentido.” 

   http://www.definicionabc.com/comunicacion/proverbio.php : “Proverbio o refrán son términos utilizados normalmente como sinónimos. Se refieren a ideas u opiniones para describir de manera breve alguna circunstancia de la vida. Tienen un origen popular y pertenecen a la tradición oral de una cultura, forman parte de la personalidad de cada pueblo. Cada idioma tiene sus expresiones propias, su manera de entender la vida; ese conocimiento se denomina  refranero.
En la literatura universal se utiliza cuando los personajes de una obra tienen un origen humilde y una cultura poco refinada. Por este motivo, no abundan en la historia de la literatura, aunque sí en el caso específico de la cultura tradicional, ya sea en la novela, el teatro o cualquier otro género.
Sería imposible poner una fecha y concretar el origen de los proverbios y refranes propios de cada lengua. En realidad son totalmente anónimos. Su uso pertenece a la tradición popular que va pasando de generación en generación. La transmisión verbal del refranero pertenece a una época ( la mayoría son propios de la Edad Media ) en la que el hombre corriente era analfabeto. Esto no significa que su valor desaparezca; resultan útiles, graciosos y expresivos en la vida cotidiana. Además, forman parte de nuestro pasado y costumbres más ancestrales.”

     Este último artículo de ABC contiene un ejemplo de boludez al cubo, que no es un boludervio porque está escrito de modo poco simpático, pero que bien podría convertirse en uno, con un poco de trabajo “literario”:
                                “En la literatura universal se utiliza cuando los personajes de una obra tienen un origen 
                         humilde y una cultura poco refinada.  Por este motivo, no abundan en la historia de la literatura,  
                        aunque sí en el caso específico de la cultura tradicional, ya sea en la novela, el teatro o cualquier 
                                                                                                    otro género.”
      Lo que ‘no abunda en la historia de la literatura’, sí lo hace ‘en la novela, el teatro o cualquier otro género’¿LO QUÉ?
      En la madre de toda la novelería de habla española, el Quijote, Cervantes exhibe gran profusión de refranes. Siguiendo el criterio del autor del artículo de ABC, el Quijote no sería parte de la historia de la literatura, aunque sí de la ‘cultura tradicional’.

      Y para no quedarnos únicamente golpeando al pobre ABC, justo es decir que los ejemplos dados por las otras dos fuentes de definición no son mejores. La cortísima definición de Google, ilustra con éste:
"un proverbio antiguo dice que la corrección de las personas
se conoce en la mesa y en el juego"
  
       O sea, los buenos modales y no hacer trampa en el juego ( o hacerla y pasar desapercibido), serían suficientes para saber si una persona es “correcta”.  De donde se desprende que Domingo Cavallo, Mirtha Legrand, José Alfredo Martinez de Hoz y Jorge Rafael Videla son personas “correctísimas”.
    Llegamos a un primer criterio de  detección:
Un boludervio  puede ser, además de incoherente, peligroso para la salud de las personas.

     La página llamada definición.de , donde pueden hallarse cientos o miles de definiciones diversas, refiere:
                       “Un ejemplo de proverbio es el siguiente: 
                                 “La paciencia es un árbol que tiene raíz amarga, aunque da frutos muy dulces”
                       "Este proverbio señala que ser paciente puede resultar difícil, pero es algo que termina dando 
                        su recompensa en el futuro. Por lo tanto, vale la pena tener paciencia y aguardar el premio posterior.”

        Pongamos por caso que esta linda frasecita es leída por una pobre y santa mujer que está sufriendo  los golpes de su esposo o novio, en varios muros de facebook o en carteles en la calle (el efecto es similar). ¿Qué duda puede quedarle acerca de su ‘capacidad todopoderosa’ para cambiar al marido violento a base de ‘santa paciencia’?

         Nadie duda que la paciencia es una actitud que en ciertas ocasiones resulta necesaria. No discutimos su valor para determinados logros. En la pesca, por ejemplo suele ser muy útil.
 ¿Entonces?
Llegamos a un segundo criterio de detección:
Un boludervio  generaliza situaciones particulares no generalizables, las disfraza, las esconde tras una aparente inocencia poética  y las transforma en reglas morales de difícil cumplimiento en todos los casos que pretende abarcar.

En este caso  no sólo se generalizan situaciones sacándolas de contexto, sino que además se las califica: la paciencia es amarga (¿por?¿siempre?) pero los frutos son  dulces (¿no me digas?¿siempre?).
Tercer criterio de detección:
Cuando empieza a funcionar el no pensar lo que se está diciendo,  arranca su carrera meteórica hacia la fama el boludervio.

A poco que nos detengamos a releer lo que reproducimos en las redes sociales sin pensar, encontramos boludervios burbujeantes a montones.Cartelitos con o sin ilustraciones, con fondos de colores y tipografías atractivas en los que alguna imagen, algún doblesentido,  concuerda con lo que una persona sufre o siente en el momento de leerlo. Entonces  lo adopta como propio y lo reproduce, lo ‘comparte’. Luego otro siente que resuena en su interior y lo vuelve a ‘compartir’, y así se reitera acríticamente hasta el infinito, terminando por ser ‘viral’. Una gripe del sentido común que parece hacerse crónica.

Un cuarto criterio de detección es que no suelen ser  piezas del  museo verbal de la humanidad, de los diferentes refraneros existentes;  no representan muestras arqueológicas del pensar de nuestros antepasados, de interés para la investigación histórica o filológica.
Los boludervios son actuales, muchos de ellos creados por tipos que se llenan de plata con esta actividad (Cohelo, Osho, Bucay, por ejemplo). 
Otros, son fruto de la inspiración anónima y gratuita. 
Y los hay cultos: extrapolaciones textuales (en el sentido de sacar una frase de contexto, tanto como en el de utilizar criterios particulares a casos similares para extraer conclusiones) de autores famosos, científicos o filósofos,  que se autovalidan por principio de autoridad.

¿Por qué se usan?
Porque sí, porque suenan lindo, como la letra de algunas canciones que no dicen nada, pero son pegadizas. Porque caen justo cuando me faltan palabras para expresarme. 
Porque ese día no tenía ganas de pensar.
Porque tenemos ese sentido musical de la palabra que es como una luz brillante: además de iluminar, atrae bichos.

¿Por qué criticarlos, develarlos, 
ponerlos en la mesa de autopsias?
    Porque a veces no son inocentes.
    Porque suelen resultar el modo más eficaz  de colar ideas indecentes, calamitosas, obcenas, inaceptables, sin fundamento y hacer que se repitan sin pensar.
    Porque es buenoejercer la crítica para no anquilosarnos.
    Porque pensar en lo que decimos-sin-pensar es una manera, como otras, de crecer.
    Destripar el idioma adquiere un sentido social: es un juego, pero no es sólo un juego, también es un servicio a la comunidad. Y  alcanza con ser un poco atento y tener ganas de entender el significado oculto detrás de las palabras.

Una aclaración necesaria
        No todo lo que se reproduce incesantemente adquiere ribetes de boludervio por su simple reiteración.          Hay una gran cantidad de frases que en pocas palabras disparan imágenes e ideas que favorecen el desarrollo de la inteligencia humana. 
        Están las que expresan humor por el humor mismo, que no pretenden ser “pensamiento moral, consejo o enseñanza”. Juegos de palabras cuya única pretensión es generar risa, alegría, felicidad y que hasta pueden mover a reflexiones inteligentes. Ese tipo de refranes o proverbios no son boludervios, son golosinas verbales que, consumidas con moderación, hacen más dulce la existencia. No se meten como ‘troyanos’ en el ‘disco rígido’ del  cerebro para ‘ralentizarlo’. Por el contrario, son como antivirus que limpian la cabeza de boludeces instaladas y pegoteadas en años de usar el lenguaje sin pensar en lo que se dice. Bienvenidos esos locos ilocus locus a la vida de los hablantes.

      De lo que hablamos cuando hablamos de boludervios es de otra cosa que iremos deshilvanando en diferentes artículos, porque dice un boludervio archiconocido que
 
En internet se debe ser breve 
“porque a la gente no le gusta leer”. 







viernes, 19 de junio de 2015

Ahora que ya nadie escribe cartas,



que el cartero no golpea dos veces, ni una vez, que ya ni pasa,  que en los buzones no se encuentran más que folletos de los Testigos de Jehová, siempre tan optimistas en su caza de fieles, y algunos volantes ofreciendo empanadas, lavandería, precios cuidados, super-oferta-solo-por-hoy,  las facturas del gas y del teléfono y la luz, las expensas tal vez, y siempre, siempre, otra vez “El Atalaya”; ahora que ya no existe el misterio y la poesía de una carta perdida, una carta que jamás se pudo entregar y aparecía varios días después de la muerte de su destinatario en un buzón vecino, o en una dependencia del correo argentino, que no sabía qué hacer con ella, “devuelta por fallecimiento del destinatario” resultaba  algo cruel, que después de todo los empleados postales también han tenido su sensibilidad a flor de piel como cualquiera, mejor era poner “destinatario desconocido”,  que la esperanza no se pierda, Perón Vuelve, y si Evita viviera, en esas épocas el correo era el correo y hasta había una ley que prohibía que los de la side te revisaran las cartas, aunque te las revisaran de todos modos, debían tomarse el trabajo aprendido en las películas de James Bond, mi nombre es bond, y abrirlas con el vapor de la pava y volverlas a pegar con la plancha para que no se notara;  pero también bien podría haber pasado que el que falleciera fuera el remitente, por qué no, si nadie tiene la vida comprada, pudiera ser que  se fuera de este mundo sin saber que su carta no había sido recibida, que estaba perdida por ahí, tal vez a punto de ser devuelta a un remitente que ya no estaba y que dejó el valle de lágrimas convencido de haberle dicho a la Fulana o al Sutano todas las cosas que le oprimieron el pecho tantos años, mejor para él, alma liviana, haberse sacado de encima todo ese peso; en cualquier caso, fuera que falleciera el destinatario o el remitente, era un caso digno de considerar para un guión de cine o una novela de misterios, lo que ya no tiene caso dado que  ambos sustantivos están condenados,   al borde de la extinción, apenas sostenidos por algún diccionario como para que un par de generaciones venideras sepan que antaño  nada era tan sencillo como creerán que todo fue en todo pasado mejor; pero aún en medio de esta intrascendente época de transición hacia el futuro que llamamos presente, griego el presente, qué duda cabe,   a quién le interesa ya ser destinatario de cartas jamás escritas, a quién le puede subyugar ser remitente de lo que jamás será leído en el papel, ese papel carta tan bonito que no volverá a ser escrito ni firmado como su seguro servidor, quedo a los pies de usted, tuyo, con todo mi cariño, el mayor de los respeto y hasta, ay, qué dolor, mi más sentido pésame, que de todo ha debido uno escribir en el papel hilado con renglones finos y plateados, grueso, duro, como correspondía a un estilo refinado,  esquelitas de cartulina  copiadas del manual de estilo de la década, cuántas personas ocupada en esos menesteres, cuantos puestos de trabajo perdidos por causa de,  y ese papel cuya tinta manchaba los dedos tampoco será ya ensobrado en sobre adecuados a la situación, pegando con la lengua el borde, la estampilla, qué envidia aquellos rodillos de porcelana blanca que rodaban sobre un eje y pasando por dentro de una fuente con agua, permitían mojar el borde y la estampilla con la justa humedad, la humedad necesaria para que todo quedara bien sellado y pegoteado sin que se hiciera una chanchada ni te quedara en la boca ese gusto a goma arábiga que nos hacía escupir y que hoy daríamos la mitad de la vida que ya perdimos para recuperar; nunca más el cartero con su bolsón, bajo los rigores del invierno o los sudores del verano, con su gorra gris y su buena salud, nada como andar todo el día en bicicleta o caminando llevando buenas noticias para tener una salud de hierro, nada como echar una carta en un buzón y arrepentirse, o penar que podría venir un loco y tirar dentro un pucho encendido y quemar todo, sólo para divertirse, nada como quedarse esperando que para el empleado del correo levantando la correspondencia, inútilmente, a qué horas e hacía ese trabajo que jamás uno podía verlo abrir la portezuela de hierro para verificar que allí estaba su carta, que el correo se encargaría, señor, eñora, señorita, despreocúpese que eso de que las cartas se pierden son mitos, mitos inventados por los enemigos del estado y el bienestar de la sociedad, gente que fabula para vender más diaros y revistas y novelas de misterio; buzón, cartero, otros dos  sustantivos anacrónicos que nombran lo que ya no es, más anacrónicos que jitanjáfora, que después de todo una jitanjáfora puede volver en cualquier momento, ya se sabe que las modas son así, todo va y todo viene,  más anacrónico que una  gárgola,  que la  subversión apátrida, que las figuritas de próceres del Billiken, buzón, cartero, y eso qué es;  ahora que nadie o casi nadie escribe cartas sino mensajes instantáneos en cientocuarentacaracteres, en cincuenta caracteres, nada de andar desperdiciando bits en cuestiones retóricas, la síntesis convertida en virtud, la carencia convertida en virtud,  ahora que hay que decirlo todo en pocas palabras, porque si algo sobra en este mundo son palabras, ahora que lo extenso se ha vuelto imperdonable, quién te va a leer más de quinientas palabras,eh? Si te lo dicen hasta los manuales de etilo más modernos, quinientas palabras, media hora de atención, no esperes más, eso debe durar un capítulo, un poema un cuento, una novela, lo demás sobra, hay que achicar y comprimir, hay que meter todo como sea en ese espacio, no jodas, el tiempo pasa para todos, nadie va a leerlo por más que lo escribas, entendiste?, abreviar, acortar, recortar, comprimir, que lo breve si bueno dos veces breve, y lo bueno si existe en alguna parte no es para estas épocas de lectura veloz, gatillo fácil, amor precoz, combínense sustantivos y adjetivos en el orden que se desee mientras no superen la cantidad de palabras establecida por la plataforma de mensajes;
¿ acaso no te sentís aliviado,
 ahora que ya no hace falta justificar nada, 
ahora que la ansiedad por el futuro ya no existe, 
que ya no hace falta ser paciente, 
que  al fin nos liberamos de la espera?

martes, 9 de junio de 2015

LA PROFECIA



 El nieto le pregunta a la abuela por la profecía, la que no se cumplió en el 2012 cuando ella era como de su edad. La que siguen esperando se cumpla algún día. 
La vieja  cuenta lo que ha oído de su abuela,  que a su vez lo había escuchado de la suya y así hacia atrás hasta el fondo de los tiempos.
Es una leyenda extraña, que recuerda un poco a la teoría de la selección natural de Darwin, pero aplicada  ahora a la elección de pareja, el  matrimonio y la crianza de los hijos. En la leyenda hay también una parte dedicada a los que vinieron de los cielos.
 Dice la abuela a su nieto de seis años, que los extraterrestres llegaron por causa de haberlos pensado demasiado.  Tanto los buscamos,  que finalmente logramos que ellos nos encontraran. Del mismo modo  fue con las sirenas del mar o los gorilas en la niebla. Soñamos con ellos y ellos con nosotros, el tiempo suficiente para que los hallemos donde los busquemos y nos encuentren donde estamos siempre.”
Hace referencia, como al pasar, a la Teoría de la relatividad y explica que la materia se vuelve energía en determinadas condiciones y los cuerpos pueden disolverse como luces fugaces. Así es como la gente se va al cielo cuando se muere, dice.
El nieto pregunta y la abuela responde: para cuando ella adquirió la mayoría de edad, hace ya bastante tiempo, apenas quedaban quinientos millones de personas en todo el planeta. "Los extraterrestres  eran los encargados de mantener el equilibrio de población, decían que vendría un nuevo florecer de la civilización humana  en mil años más o menos".
La vieja cuenta leyendas pero no dice que los que ahora ven patrullando los campos no son seres intergalácticos como todos creen. Sabe y calla lo que sabe: que son soldados humanos, mandados por otros humanos poderosos a cuidar el agua y el alimento. El planeta es ahora una especie de parque de diversiones o zoológico, propiedad de algunas pocas familias que viven más allá del arco iris. Y ellos, los pobres de la tierra, son como bichos en extinción, que están allí para ser observados, custodiados, expuestos como cosa rara. 
Sabe, y calla que sabe, que las máquinas estelares y los monstruos intergalácticos son apenas  hologramas y chucherías tecnológicas de los de atrás del arco iris, para ayudar a los soldados a mantenerlos sometidos por medio del terror.
Sabe pero calla lo que sabe. Y sabe  porque sueña y luego piensa en lo que sueña todo el santo día,  sentada a la puerta de su casa. Es  un sueño prohibido el que cada noche la asalta. Un sueño que debe ser guardado como un tesoro, que sólo podrá ser dicho a la persona correcta. Hay una sola oportunidad en cada vida: no puede equivocarse. 
Como en toda profecía que se precie, hay también un libertador que abolirá las leyes que los esclavizan.  El nieto le pide  otra vez que se lo describa, quiere repasar cómo se verá el que vendrá a salvarlos. La vieja cuenta,  ahora el nieto sueña despierto. El héroe es de su talla, es de su edad, es como él. Se le parece. Tiene sus mismos gustos y sus mismos defectos.
Foto tomada de la página digital de ASF (asfes.org)
La abuela dice que será portador de todas las leyendas antiguas. Qué destruirá a los seres de otras galaxias por poderosos que sean, cuando sea el tiempo. Que sabrá toda la verdad y vencerá sobre los monstruos y las enfermedades. Que llevará a los desheredados a vivir bajo el arco iris y la tierra volverá a ser un jardín verde. 
La vieja habla y el nieto sueña. Están sentados a la puerta de la casa, esperando que aparezca el lucero. Pronto habrá que entrar, habrá que dormir. Y seguir soñando.  Después, volverá el lucero y será otro día. El nieto volverá a pedir que le cuenten la profecia y recomenzará el  milagro que lo cambiará todo.
 

lunes, 8 de junio de 2015

AHORA QUE TODOS SOMOS PERIODISTAS



Y que todos escribimos para nadie, aunque todos leemos, a salto de renglón y de idea, a salto de párrafo, rapidito, rapidito, como un polvo de parado,  incluso los que nunca escribieron ni leyeron ahora escriben y leen y eso es todo un avance aunque los académicos escriban y lean que ya nadie tiene  fe en la palabra escrita; ahora que ya no se sabe quién dijo qué cosa sobre qué ni con qué autoridad para decirlo, con qué argumentos, con qué investigación y seguimiento del tema, ahora que todo es más fácil, que alcanza con  leer así rapidito, rapidito y escribir como sea, un poco desordenadamente tal vez, pero honrando la escritura como nunca antes; ahora que con un ordenador, una pantalla, un teclado, una tableta, un celular, cualquier cosa conectada a la red es suficiente para volverse informador, opinador, comentarista,  lector, crítico, periodista, escribidor, crítico, observador, colega preopinante, tesista, antitesista, relator, polemista, poeta, analista, narrador, administrador, coordinador, dramaturgo, dialoguista, censor, novelista, divulgador, editorialista,  cibernauta, publicista, actor de videos caseros, cantante de karaoke, corrector, juez y parte, proselitista, contestatario, eliminador eliminado, megusteador megusteado y algunas otras cosas, 
 ¿No se sienten más libres del peso de las palabras? 
 ¿No sienten, por ejemplo, que  AGUA constituye en sí misma todo un poema con sólo pronunciarla?

Ahora que todos publicamos y nadie publica, todos editamos y nadie edita, todos escribimos y corregimos y aún así seguimos sin considerarnos  escritores, una categoría del pasado, doña, cuando unos pocos escribían y el resto leía en el colectivo, el tren, la sala de espera, el antes de dormirse, el veraneo en cualquier parte, los viajes largos, los viajes cortos, las siestas de la infancia, las noches de insomnio, los días sin trabajo; ahora que ya no quedan bronces, que  apenas quedan  algunos mármoles y cementos y aún  menos que eso todavía: más livianos, menos peligrosos y más fáciles de limpiar,  los vaciados en resina epoxi y fibra de vidrio que adornan calles de mucha circulación; ahora que los mayores se fueron a escribir entre las nubes y los que quedaron andan por los canales de televisión lustrándose el brillo fugaz, sabedores de que no queda espacio para nuevo bronces y mármoles o resina epoxi en las ciudades, ocupados por los ilustremente lustrosos del ayer;  ahora que hemos alcanzado la total democracia de la letra, que provoca la extinción de ciertas especies literarias, dinosaurios escondidos en los cenáculos donde los meteoritos de la informática los han ido a buscar para exterminarlos definitivamente; ahora que cualquier hijo de vecino escribe lo que piensa y siente sin preocuparse de la opinión de las editoriales,
 ¿acaso no escuchan cómo las olas del mar golpean contra la playa como una canción eterna, como un corazón humano, como una arteria pulsante, llevando y trayendo poesía, metáfora de la vida, sin palabras, sin palabras, sin palabras, apenas  el silencio y el sonido de la existencia sin palabras, el silencio y la vida,  y las palabras,  por las calles,  desparramadas como hoja secas, crujientes, pisoteadas, listas para ser barridas por el viento o la escoba de los que todo lo ordenan por la madrugada?

Ahora que todos, casi todos, como quién dice unos miles de millones, no son tantos pero somos más que antes frente a la luminosa pantalla del celular o del ordenador, tal vez sin saber mucho de ortografía o de gramática, pero escribiendo, o haciendo como qué, con signos, emoticones, fotos, expresando lo que sentimos, reconquistando con torpeza todavía las palabras, ocupados en obtener aunque sea un cachito de electricidad, un rayito de zeus, un  apenas de energía intergaláctica que alcance para cargar el celular, no importa si no hay para comer, si se deben varios meses de alquileres, si estamos presos o libres, enfermos o sanos, importa que allí donde la vida nos ha tirado, hospital, cárcel, casilla, pileta, calle, mansión, country, villa miseria, villa de lujo, villa o villorrio, chabola o favela, casa & jardín, departamento, pasillo o hall de cine, plaza o mercado, terminal de tren o colectivo, barco o avión, restaurante o bar, subte o bondi,   haya un enchufe público o privado, aunque no haya ni baño ni canilla con agua potable, que haya un enchufe y un restito de electricidad que alcance para cargar el celular  o la tableta bien habida o mal habida, eso que importa, si hay millones en el mundo dando vueltas, si se pueden canjear por un riñón, por unos pesos, por un hijo, por un auto viejo, una campera o unas tierras, lo que importa es estar comunicados, lo que importa e pertenecer, lo que importa es no perder el hilo, seguir allí, estar presentes, decir lo nuestro, mirar al otro, una célula colgada de una dendrita social como sea, deconectarse se paga caro, no hay que desaprovechar la situación, ahora todos podemos, lo que sea que nos salga, lo que sea que tengamos en mente o  lo que tengan en mente otros, qué importa, mientras podamos copiar y pegar y darle enter  para lanzarlo como botella  a la mar océano de las comunicaciones, tratando de pescar lo que sea a la vuelta, una botella que pesca, dónde se ha visto, debería ser una red, pero esa ya nos atrapó a nosotros y ahora desde adentro todos tiramos botellas buscando una  respuesta, alguien que diga que le gusta la botella,  que sabe que estamos acá, que nos reconoce, que él es el él y yo soy yo, que nosotros somos nosotros y estamos, hablamos, existimos, nos vemos, nos leemos,  qué maravilla, tuiteo y luego existo, publico y luego existo, comento y luego existo, likeo y luego existo, por fin tanta existencia al alcance de la mano, como si hubiéramos vencido a la muerte, los caralibros de los muertos ahí se quedan para siempre, recordándonos que alguna vez fueron, que no es un invento de nadie ese nombre y esa cara, que se acabó la dictadura de la materia, ya no respira, se lo comen los gusanos, pero allí está en su muro, al alcance de un click cada día del futuro como si nada hubiera pasado; 
¿Acaso no sienten el aire más liviano?
 ¿Acaso la luna está de huelga? 
¿las estrellas se cuestionan el paso del tiempo? 
¿Los meteoritos, en asamblea, votaron por dejar de hostigarnos?
Porque ahora ya no importa hacer la revolución para comer todos los días, para sembrar toda  la tierra, para ser todos iguales, ahora  somos como hermanos, muchos contactos, muchos  amigos, miles, y seguidores y  redes, cuánta fraternidad, cuanta compañía, no hay soledad ni muerte ni olvido que nos puedan ya, somos eternos, invencibles, creativos, nos entendemos a la distancia;   ahora la felicidad más absoluta  a la vuelta de la esquina, sin  bombas ni panfletos ni ideas, suficiente con una cámara, aunque sea una pequeña,  un chip de conexión a internet, una señal de wi fi, una suscripción, que es mía, totalmente mía, con una contraseña que me hace dueño absoluto del dominio, soy dueño, dómine, no tendré casa pero tengo un espacio en internet, y hasta puedo tener más de una suscripción, puedo ser rico y tener muchos perfiles y ninguna casa, muchos amigos y ninguna escuela, muchas redes y ningún libro, puedo ser rico sin necesidad de quitarle a los ricos su riqueza ni de repartir entre todos las pobrezas; pero no nos vayamos por las ramas, por favor:  ahora que todos somos periodistas, está bueno que también lo digamos, lo comuniquemos a la opinión pública, que de tan pública se ha vuelto parte de mí intimidad,  lo privado que se hace público deja de ser privado,  desaparece, mirá que fácil era terminar con la propiedad privada, ahora  todo se fusiona y uno se siente más liviano: nada que ocultar, nada que esconder, ya no hay secretos, ya no hay conjuros ni conspiraciones, todo es de todos, nuestra casa, nuestra mente, nuestras acciones,  si matamos un hombre, uno de nosotros filma, hay que registrarlo todo, subirlo a la red, mostrar lo que hicimos, mostrar lo que ocurre, todos tienen derecho a saber como dejamos morir ese hombre en la calle,  porque ahora todos somos periodistas,  jueces,  fiscales,  condenados, víctimas, porque al fin ya nadie es inocente como dijo aquel hombre que todos sabemos, porque mientras tengamos un celular y una contraseña y una señal de wi fi, numca más, pero nunca más,  nadie podrá volver a decirnos “usted no” o “acá no" y eso también vale y además
 ¿se acaba el mundo?
¿Acaso al sol le importa? 
¿Acaso el tiempo firmó un pacto de no agresión con nuestro presente eterno?
¿Acaso no se ríe de nuestro ayer y de nuestro mañana como lo ha hecho siempre?