lunes, 10 de agosto de 2009

Qué te pasa Vieja Trompeta? Estás nerviosa?

Según Mario, su abuelo usaba la palabra "trompeta" como un viejo resabio de los campos del sur de Córdoba, para mencionar a un "bocafloja", un "jetón".
Yo recuerdo que mi abuela lo usaba igual que Patoruzú, como sinónimo de persona de malas andanzas, desde un pícaro hasta un delincuente. Isidoro podía ser un trompeta cuando lo estafaba y también lo eran los mafiosos que perseguía.
Me gusta la acepción patoruzesca de trompeta para aplicar al caso que nos ocupa.
El caso que nos ocupa es la libertad de prensa. Denominación anacrónica para llamar a la libertad de expresar públicamente las ideas por los medios tecnológicos al alcance del ciudadano. Pero aún así, sigue vigente y es de rango constitucional.

Ente los blogs de mi lista, se encuentra uno que se llama "Qué te pasa Clarín".
Intenten abrirlo y verán qué se encuentran.
Libertad de publicar las ideas: VULNERADA.
En la entrada anterior hablaba de como "ellos", los poderosos, deciden cuándo, cómo y con quién nos comunicamos usando las herramientas tecnológicas propias de esta época. Y que para eso usan una infamia (una falacia es demasiado decente) : hacernos creer que estamos toooodos comunicados con tooodos y que somos libres de escribir y decir lo que pensamos.

Dos días después, leía en un libro publicado en 1982 por Kalina y Kovadloff ("Las ceremonias de la destrucción", Ediciones de la Flor, Bs. As) que una Fundación llamada Freedom House de Nueva York, realizaba desde 1972, un análisis de la libertad de prensa en el mundo. Parece que 1976 fue el peor año de los cuatro que analizaron y que anunciaron el agravamiento de las cosas para los años venideros.
Treinta años atrás, de 4.000 millones de habitantes humanos que tenía este planeta, más de 3.000 millones carecían de plena libertad de prensa, de las restantes mil, sólo setecientos millones parecían disfrutarla y el restito, apenas parcialmente accedían a ella.
Básicamente, los grupos de poder encaramados en los gobiernos y las maffias, impedían el ejercicio libre de publicar ideas.
Es decir, el tema no es nuevo.
Las relaciones de la Vieja Trompeta con el poder dictatorial, las masacres, la apropiación de menores, la reinstalación colonial, tampoco son nuevas.
Lo nuevo es la desesperación. Lo nuevo es la descarada locura que los hace titular hechos inexistentes como el disgusto de la Casa Blanca con la política económica argentina, desmentida por la Secretaría de Estado de los EEUU. Inexistente como la supuesta disputa entre Benedicto XVI y el Jefe de Gabinete argentino. Como la legitimidad constitucional de Micheletti. Como la confusión inexistente acerca de la posición oficial respecto de las elevadas facturas de energía eléctrica: sale el Ministro de Planificación Federal a aclarar que no corresponde pagarlas, pero los locutores fanáticos de los noticieros del grupo "no saben qué quiere decir eso". O la más descarada y perversa de todas: adjudicar los hechos delictivos perpetrados por pequeños delincuentes a las acciones de gobierno, desconociendo intencionalmente que en todos los países y épocas y bajo todos los gobiernos existen similares índices de crímenes pasionales, ajustes de cuentas, robos a mano armada y secuestros extorsivos.
Y la lista de infamias ( y también algunas falacias) podría seguir, pero es muy larga y cada una merece su propia nota, su propio afán.

La Vieja Trompeta está nerviosa y comete errores: desafina.
Por ahora, desafina sutilmente, pero cada vez desafina más. Y las ventas bajan. La credibilidad baja.
En el negocio de las mentiras públicas, la credibilidad es importante. La credulidad es importante. No se venden acciones si la gente no compra noticias tales como que los ricos siempre tienen razón, los poderosos están allí por elección divina, las orejas cortadas a los indios hace un siglo atrás por los secuaces de Rocca, están bien cortadas, la Presidente debiera opinar de gripe para legitimar su cargo y los únicos puros que pueden decir PATRIA son los miembros de la sociedad de los cortadores de orejas de indios del pasado, disfrazados de chacaritas explotados por un gobierno que pretende distribuir la riqueza.
Está nerviosa porque las cosas no salen en los plazos establecidos por la conjura antipueblo y ya se sabe que si el tiempo pasa, las pruebas se reunen y empiezan a caerse las caretas. Se empiezan a atar los cabos sueltos. Empiezan a aparecer libros y publicaciones denunciando el entramado de corrupción de la Vieja Trompeta. Empiezan a caerse los contratos obtenidos en forma poco clara. Contratos gorditos, como los de la transmisión de fútbol. Y se corre el riesgo cierto de que los diputados despierten, se tomen un "corajito" y aprueben la Ley de Medios audiovisuales que los ponen en igualdad de condiciones que al resto.
Está nerviosa porque más allá de los arreglos post - electorales que logre hacer, sabe que a todo chancho le llega su San Martín, y más tarde o más temprano la cosa comenzará a develarse.
Está nerviosa porque ni el sol para los chicos de un día por año, puede ya tapar que los menores sin derechos efectivos en la Argentina, necesitan de acciones claras del Estado, como por ejemplo, que los doscientos millones de dólares anuales evadidos por la Vieja Trompeta, sacados del país e invertidos en otro lado, se destienen a generar trabajo para los que viven en este suelo generoso. En lugar de festivales para que los pobres sigan subsidiando a los pobres, sería más fácil, más elocuente, más solidario y más humanitario que la Vieja Trompeta no saque más divisas del país e invierta acá. En abrir las fábricas que reclama se abran. En mejorar la vida real de los pibes cuya situación usa para hacer sus festivales y sacarle monedas a unos argentinos menos pobres para darle a otros más pobres.
Qué suerte tenemos que nos ayuden a ganar el cielo, porque solos no sabemos cómo hacerlo.
Pero estamos aprendiendo: no somos vivos, como dijo Don Arturo, apenas giles avivados. Y la queremos ayudar a ganarse el cielo, Vieja Trompeta. Como a Jorge Rafael y los otros, que están por fin aliviando sus crímenes y podrán tal vez morir en paz.
Se trata de eso. Labor humanitaria como la suya, pero sin sacar nadita del país, se entiende? Todo acá, los morlacos y la ropita sucia para lavar. Y los tipos que deben estar encerrados por crímenes graves contra la seguridad de las personas.
La libertad de expresar públicamente lo que se piensa nunca dejará de ser un riesgo.
Pero tampoco nunca dejará de ser.
Forma parte de la esencia de ser humano, no cabe serlo sin que existan Otros, sin poder decirle a los Otros, sin buscar lazos de comunicación con los Otros.
Queda claro que no sirve prohibirlo o restringirlo, pues siempre resurgirá con fuerza.
Entonces hay que desvirtuarlo, destruirlo desde adentro, mascaradas e ilusiones de una libertad de publicar que no es real.
Este sábado que pasó, "TvR", en el canal de la Vieja Trompeta, mostró una serie de acciones desesperadas de gente que intentaba denunciar hechos graves, por sorpresa, en medio de programas con público, interrumpiendo momentáneamente el guión. Hechos aberrantes como la desasparición de un adolescente presuntamente a manos de la policía, o la prisión de dirigentes campesinos paraguayos en nuestro país. Se remontaron incluso a la acción de un menor denunciado la situación de su padre, preso por el intento de copar el regimiento de "La Tablada", que estaba en huelga de hambre.
En todos los casos, lo más importante para esos conductores con poses democráticas y populares, fue cuidar las formas. La denuncia quedó en la nada, nadie habló de ella, sólo de lo inconveniente de usar esas formas para expresarse.
Claramente lo dijo uno de los conductores del programa: no vale la pena hacerlo porque nadie sabe luego qué pasa con esos temas, quedan en la nada. El mismo confesó no saber qué paso con los dirigentes paraguayos presos un año después. Desestimó la acción públicamente para minimizar el riesgo de nuevos asaltos sorpresa de ciudadanos necesitados de comunicar algo, que ya no saben qué hacer para existir, para que los Otros los tengamos en cuenta en su desgracia.
Si sirve o no esa modalidad de publicar, es harina de otro costal. Quien ve a rubias argentinas peleando por idioteces y ocupando la mayor parte de los horarios de las pantallas nacionales, deben suponer que el escándalo es lo único que se registra y se propaga. Si suponen mal, es otra cosa y podemos charlarlo aparte.
Lo que sí queda en claro, es que la modalidad de restringir la libertad de prensa y de publicar las ideas, en esta época que nos toca vivir, es minimizar, desvirtuar, disfrazar, esconder, escatimar los datos de la realidad. Y aunque no sea ningún descubrimiento, parece que ya lograron que lo consideremos una costumbre más, algo de lo que ne debemos asombrarnos, aunque constituya una violación de los derechos de información de las personas. Ya no nos indignamos y si lo hacemos, concluímos que no tiene remedio y siempre fue y será así.
Pues no. Estamos frente a una violación de derechos y se puede demostrar.
Frente a eso, hay que legislar desde el Congreso con la nueva Ley de Medios Audiovisuales, y hay que hacerlo YA, sin demoras.
Per también hace falta legislar desde los tribunales, con jurispudencia, acerca de las nuevas formas de restringir el derecho a la información que utilizan los dueños de los medios de comunicación, haciendo desaparecer de manera sutil a personas, situaciones humillantes o discursos que les resultan inconvenientes a sus intereses de clase. Para eso, para que el sistema judicial avance en el tema, se requieren denuncias claras y bien argumentadas sobre las violaciones detectadas. Toda una tarea.

Una vuelta de tinto para todos los compañeros!
Y una de diazepam para la Vieja Trompeta, que está nerviosa!


1 comentario:

  1. Y ya que estamos, que la dueña de la trompeta devuelva la identidad afanada de los pibes que consiguió en la noche de la dictadura.

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