martes, 30 de octubre de 2012

Miguel Hernández

... nació un 30 de octubre de 1910. Falleció en la cárcel de Alicante, el 28 de marzo de 1942, como prisionero político del franquismo.
Pastor de cabras desde muy temprana edad, Miguel fue escolarizado entre 1915 y  1923En 1925 abandonó los estudios por orden paterna para dedicarse en exclusiva al pastoreo, aunque poco tiempo después cursa estudios de derecho y literatura. Mientras cuida el rebaño, Miguel lee con avidez y escribe sus primeros poemas.
Con tan sólo 20 años, obtuvo su primer y único premio literario. Como anécdota cabe contar que, cuando Miguel recibió la notificación del premio, se apresuró a viajar a la ciudad  en un Ford que alquiló con el dinero ganado de la venta de leche creyendo que el premio sería económico, pero lo que recibiría sería tan sólo un tintero de plata.
Al estallar la Guerra Civil, Miguel Hernández se alista en el bando republicano, figura en el 5º Regimiento y pasa a otras unidades en los frentes de labatalla de Teruel, Andalucía y Extremadura. En plena guerra, logra escapar  a Orihuela para casarse  con Josefina Manresa. A los pocos días tiene que marchar al frente de Jaén.

Cuando Franco declaró concluida la guerra, se había terminado de imprimir en Valencia El hombre acecha. Aún sin encuadernar, una comisión depuradora franquista,  ordenó la destrucción completa de la edición. Sin embargo, dos ejemplares que se salvaron permitieron reeditar el libro en 1981.
 Vuelto a Orihuela, fue delatado y detenido y  condenado a muerte en marzo de 1940. Varios intelectuales amigos, intercedieron por él, conmutándosele la pena de muerte por la de treinta años.  En 1941, fue trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante. Allí enfermó de bronquitis y tifus, que se le complicó con tuberculosis. Falleció en la enfermería de la prisión con tan sólo 31 años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos...



SENTADO SOBRE LOS MUERTOS

Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.

Acércate a mi clamor,
pueblo de mi misma leche,
árbol que con tus raíces
encarcelado me tienes,
que aquí estoy yo para amarte
y estoy para defenderte
con la sangre y con la boca
como dos fusiles fieles.

Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere.

Ayer amaneció el pueblo
desnudo y sin qué ponerse,
hambriento y sin qué comer,
el día de hoy amanece
justamente aborrascado
y sangriento justamente.
En su mano los fusiles
leones quieren volverse
para acabar con las fieras
que lo han sido tantas veces.

Aunque le falten las armas,
pueblo de cien mil poderes,
no desfallezcan tus huesos,
castiga a quien te malhiere
mientras que te queden puños,
uñas, saliva, y te queden
corazón, entrañas, tripas,
cosas de varón y dientes.
Bravo como el viento bravo,
leve como el aire leve,
asesina al que asesina,
aborrece al que aborrece
la paz de tu corazón
y el vientre de tus mujeres.
No te hieran por la espalda,
vive cara a cara y muere
con el pecho ante las balas,
ancho como las paredes.

Canto con la voz de luto,
pueblo de mí, por tus héroes:
tus ansias como las mías,
tus desventuras que tienen
del mismo metal el llanto,
las penas del mismo temple,
y de la misma madera
tu pensamiento y mi frente,
tu corazón y mi sangre,
tu dolor y mis laureles.
Antemuro de la nada
esta vida me parece.

Aquí estoy para vivir
mientras el alma me suene,
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,
en los veneros del pueblo
desde ahora y desde siempre.
Varios tragos es la vida
y un solo trago es la muerte.



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