jueves, 4 de marzo de 2010

Empujando la piedra hacia arriba

"Anna, querida, no hemos fracasdo como nos pensamos.
Hemos pasado la vida luchando para que la gente un poco menos estúpida que nosotros aceptara verdades que los grandes hombres ya sabían desde siempre, cosas como que encerrar a un ser humano y aislarlo completamente lo convertiría en un loco o en un animal. Ellos siempre han sabido que un pobre hombre temeroso de la policía y del casero es un esclavo. Siempre han sabido que la gente asustada es cruel; siempre han sabido que la violencia origina más violencia. Y nosotros lo sabemos. Pero, ¿lo saben las grandes masas de gente que van por el mundo? No. Por eso, nuestro trabajo es decírselo, ya que los grandes hombres no quieren tomarse esa molestia. Ellos tienen la imaginación ocupada en cómo poblar Venus; en sus mentes ya están creando visiones de una sociedad llena de seres humanos libres y nobles. Mientras tanto, los seres humanos van diez mil años retrasados y son prisioneros del miedo. Los grandes hombres no quieren tomarse esa molestia. Y tienen razón. Porque saben que estamos nosotros, que somos los que empujamos la piedra; en realidad, saben que seguiremos empujando desde la parte más baja de la montaña, mientras ellos están en la cima, ya liberados. Toda la vida, tu y yo, la pasaremos gastando las energías, el talento, para conseguir que la piedra ascienda un par de centímetros más. Ellos confían en nosotros y tienen razón; y por esto a fin de cuentas no somos inútiles."
Doris Lessing, "El cuaderno dorado", traducción de Helena Valentí, Edición "Punto de Lectura", 2008, página 738.

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