lunes, 12 de noviembre de 2012

Naides más que naides y menos que naides



12 de Noviembre de 1863.
 El General Vicente Angel "Chacho" Peñaloza , tras rendirse al mayor Irrazábal, fue cobardemente asesinado en presencia de su familia. 
Los que decían combatir la barbarie en nombre de la civilización,  expusieron su cabeza en una pica en la plaza de Olta, en La Rioja, durante varios días.
Su esposa, Victoria Romero, fue forzada servidumbre en San Juan, debiendo barrer las calles como castigo por haber sido esposa de un dirigente del Partido Federal.

Desde 1854, después de la derrota de Rosas, siendo Presidente Urquiza, Peñaloza, que había combatido al Gobernador Porteño,  fue designado  comandante de armas de Cuyo, y al año siguiente fue ascendido a general por el presidente. 
Era muy prestigioso entre los gauchos humildes de La Rioja y las provincias vecinas, y se comportaba como uno más de ellos, salvo cuando mandaba en el ejército. Ellos lo consideraban, también, su protector, su abogado, el solucionador de los problemas de cada uno de ellos.
En octubre de 1858 fue asesinado el Gobernador Nazario Benavídez. El presidente ordenó una intervención federal a la provincia, ordenando a Peñaloza que la apoyara militarmente; no tuvo necesidad de combatir, pero ocupó con sus montoneras la ciudad de San Juan
Desde entonces fue el hombre de confianza de Urquiza en la región. En  1860  fue nombrado interventor federal de su provincia.
Después de Pavón, en 1861, el interior del país quedó abierto a los unitarios. Peñaloza ofreció mediar en la guerra entre los federales y unitarios del norte del país. El gobernador tucumano Celedonio Gutiérrez, le pide ayuda y se une a él,  siendo derrotados por los unitarios. Regresó a La Rioja, perseguido por sus enemigos, que los derrotaron en varias batallas; los oficiales prisioneros eran fusilados, mientras muchos soldados eran torturados y degollados. La represión fue increíblemente feroz, y eso mismo dio fuerzas a los federales para seguir luchando. El mismo Domingo Faustino Sarmiento aconsejaba:
Si Sandes mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición, que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor.
Pese a su superioridad numérica y de movimientos (Peñaloza llegó reunir una fuerza de 2 000 a 6 000 combatientes), Peñaloza fue derrotado repetidas veces por las tropas mitristas mucho mejor y más modernamente armadas (armas a repetición, ametralladoras). Tras sitiar la ciudad de San Luis, logró firmar un tratado de paz llamado Tratado de La Banderita a principios de 1862, en que se le ofrecían garantías. Cuando llegó la hora de cambiar prisioneros, se dice que Peñaloza entregó los suyos, pero no recibió ni uno: todos sus hombres habían sido fusilados. En 1863, el gobernador puntano, Juan Barbeito, repelió una nueva invasión de tropas leales a Peñaloza, unos 1 600 montoneros3 habían incursionado con éxito parcial en la zona norte de la provincia.
Los militares que debían hacer cumplir el tratado continuaron con la persecución a los aliados de Peñaloza, por lo que este volvió a alzarse en armas en marzo de1863
A fines de marzo, el Chacho escribió al presidente Bartolomé Mitre:
los gobernadores de estos pueblos, convertidos en verdugos de las provincias... destierran y mandan matar sin forma de juicio a ciudadanos respetables sin más crimen que haber pertenecido al partido federal... Los hombres todos, no teniendo ya más que perder que sus existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla.

El llamado a la lucha se hacía en nombre de Urquiza, con cuya ayuda contaban, pero éste no apoyó en nada la revuelta, e incluso la condenó en público. 
El entonces Gobernador Sarmiento, designado Director de la Guerra contra Peñaloza por el Ministro de Guerra Gelly y Obes, escribió al presidente:
no economice sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano.
Mitre respondió:
Quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. Declarando ladrones a los montoneros, sin hacerles el honor de partidarios políticos, lo que hay que hacer es muy sencillo.
Soldados del Chacho hechos prisioneros. Descalzos y expuestos como delincuentes, serían  torturados y asesinados, antes de ser "devueltos" a su General a cambio de los prisioneros hechos por éste.

Quedaban fuera de la ley, y por consiguiente se los podía matar en cuanto se los capturaba. Los oficiales del ejército nacional repitieron las masacres entre los vencidos.

El Chacho, en cambio, arenga a sus paisanos: "Al abrir esta campaña no olvidéis que vais en busca de hermanos... No, la sangre argentina debe economizarse ..." 

Poco días después del asesinato, en carta del 18,  Sarmiento, el “padre del aula” y “guía de la niñez argentina”, el que había escrito “las ideas no se matan”, le decía a Mitre:

Sarmiento militar
 “No sé lo que pensarán de la ejecución del Chacho. Yo inspirado por el sentimiento de los hombres pacíficos y honrados aquí he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se abrían aquietado en seis meses."



Unas semanas más tarde, el poeta José Hernández publicó en un periódico entrerriano su Vida del Chacho, un folleto en defensa del caudillo riojano, en que advertía a Urquiza que los mismos que habían asesinado a aquél buscaban la oportunidad para asesinar al ex presidente. 

A mediados del siglo XX, la provincia de La Rioja lo convertía oficialmente en un héroe. 
En su facón, que se exhibe en el Museo de Historia de La Rioja, puede leerse la inscripción que definía su carácter: "Naides, más que naides, y menos que naides".


http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81ngel_Vicente_Pe%C3%B1aloza

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