Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre
sólo por amor.
No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
Quién encierra una sonrisa?
Quién amuralla una voz? (...)
(Miguel Hernández)
Un trabajador sudafricano toca el bajo con su hija un domingo por la mañana antes de ir a trabajar como peón de campo. Tenía que trabajar 60 horas a la semana por 30 dólares mensuales. (1986)
Fotografía de David Turnley
http://www.facebook.com/photo.php?fbid=486575884710228&set=a.131512773549876.18784.127937003907453&type=1&theater
No hay comentarios:
Publicar un comentario