Los relatos fantásticos que componen
esta colección se sitúan
en
los
Valles de Tafí, Tucumán, corazón de la Patria Argentina. La autora de
estos relatos tiene la
suerte de vivir en El Mollar. Desde la Casa del Quetupí, se atreve a
contar lo que sueña a veces en uno de los lugares más bellos del
planeta. Ni falta hace que se diga que cualquier
parecido con hechos y personas, es mera coincidencia.Por las dudas: todo es ficticio y
cualquier parecido con
la realidad es producto de las elucubraciones del lector, ya que la autora
considera que todo lo que vivimos es casualidad pura.
Después de varios días soleados, transparentes y cálidos, ha llegado una
cerrazón de esas que son el terror de las amas de casa que no han lavado la
ropa de la semana. Lo que en otras latitudes suele llamarse neblina o niebla, cubre todo el valle y mucho más el lago.

Un día de cerrazón, o dos,
no le hace mal a nadie. Permite a los peces descansar del acoso de los
pescadores y facilita el encuentro con el Mollarito, el monstruito melancólico que
vive en el fondo del embalse.
Dispuesta a aprovechar la
ocasión como si no hubiera otra, alquilo un botecito y calculo cuánto necesito
remar para llegar cerca del centro geométrico del pantano oscuro, si es que eso
existe y es posible.
No se ve nada, nada se mueve.
El agua es un espejo y el
bote se desliza rápido, sin resistencias. Cuando supongo que ya estoy donde
debo estar, vana ilusión humana de siempre, largo los remos y la barquita se hamaca, adormecida, con los
remos a los lados. Echo la cabeza atrás, me recuesto y digo en vos alta la
fórmula mágica que se enseña secretamente en los recreos de la escuela:
“Mollarito,
gran lagarto, no me tires de la barca,
trátame con simpatía,
que está muy honda esta
charca.
Mollarito, buen amigo,
muéstrame tu bella estampa,
aquí traigo el pan de anís
que hizo para ti la mama.” (1)
Mientras, voy tirando migas
de pan de anís lo más lejos posible de la borda, para atraerlo con el olor.
Ya me voy quedando casi sin
pan, cuando se oye un chasquido unos
metros a la izquierda. Sospecho que el monstruo ha sacado su cabeza del agua.
Una estela y un suave golpeteo de olitas en la madera del bote, anuncia que se
acerca siguiendo el rastro de migas.
Es él. Aparece con su
cabeza pelada, redonda y brillante por encima de la borda. Le corto pequeños
trocitos de pan y se los doy de a
poquito para que no se atragante ni me los escupa (soy de estómago delicado cuando
se trata de monstruos).
Cuando acaba de comer, le digo:
-¿Qué hay Mollarito, amigo?
¿Qué se cuenta?
- Ahí andamos, pues. Día
triste.
- Cerrado, cuanto menos.
- Sí. Día para añoranzas.
¿A usted no le pasa?
- A veces.
- ¿Y a quién extraña?
- Mmm… Depende. A veces personas
o lugares… Puede ser que extrañe gestos también, o sucesos... Según el día, el
clima, el cansancio. O los acompañantes y los vinos que uno se tome... Y usted,
¿a quién extraña?
- Ese es el problema. Que
no tengo a quién ni dónde ni qué. Me han quitado ese derecho, me cacho en mi
mala suerte.
- Epa! ¿Y cómo es eso?
- Es que… ¿No lo sabe acaso? Yo no soy de acá. A mí me han traído siendo
huevo y así me echaron al agua ni bien inauguraron las obras de inundación del
valle. Ya ve: huevo llegué…
- Entonces es nacido acá…
- Ajá. De mi huevito he salido entre los barros del fondo de este lindo
ojo de agua. Soy bien tucumano, si eso quiere decir Y a mucha honra. Nunca negaría mi tucumanancia. Pero el huevo en el que llegué, fue puesto en
otra parte. Mi madre y mi padre no son de por aquí.
- Ah, mire. No sabía eso.
- Vio? Yo tampoco. M e enteré casi de casualidad, cuando empecé
a pedir que me dejaran ir de visita al fangal familiar. Ellos son escoceses,
sabe? De Escocia. Y eso está lejos…
- Uf, ya lo creo…
- Así es. Me enteré porque
el Sr. Delegado Comunal tuvo la amabilidad de venir a verme hace unos meses, durante
las lluvias largas, cuando yo pasaba por la mayor depresión de mi vida.
- ¿A usted también lo deprime la lluvia?
- Digamos que… la lluvia
aumenta la presión del agua en las profundidades y eso por alguna razón me tira
para abajo, me descompone todo el biorritmo…
- Suena lógico, aunque
triste. Y entonces, vino a verlo el
Delegado.
- Sí. En realidad vino
por las quejas. Los turistas, vio? Gente de paso con el alma en otra parte, que
no comprenden que los días no son todos iguales. Fueron a quejarse porque habían
venido de lejos exclusivamente a tomarme fotos, y yo no les aparecía. Dijeron que
se pasaron días y noches de guardia, sin
que siquiera asomara la cabeza. Como para fotos andaba yo en esos días…
- Caray. Qué situación... Gente insensible.
- Bueno, ahora que lo
pienso, algo de razón tenían. Yo no estaba cumpliendo con lo mío según lo establecido
por convenio. Pero es que uno también tiene sus días malos.
- Claro, hombre, mire si
no…
- No soy hombre.
- Es un decir. Sin
ofender.
- No, si no me ofendo. Quiero decir que no soy
macho.
- Ah, disculpe doña, es
que es difícil saberlo sólo por la cabeza….
- Tampoco soy hembra. Ni
una cosa ni la otra. Técnicamente, soy un híbrido de producción masiva por
clonación. Así como lo oye.
-Lo parió…
- Sí. Made in Scotland, doña. Directamente remitido,
en forma de huevo, de los Laboratorios ‘Giles of the Sciences’, construidos en las orillas del Lago Ness.
- Aaaah, pero entonces. ¡Usted es hijo
de Nessie?
- Así
parece. Supongo que es mi padre. Por lo menos quién puso los genes… Es lo que
me contó el Delegado que le han dicho sus antecesores, eh? Dice que le dijeron
que el huevo lo compraron en oferta en los setenta, antes de inundar el valle,
con la idea de tener una atracción para fomentar el turismo. Claro que él no
sabe quiénes son mis padres, pero sí tiene el certificado de compra. Y el huevo
salió del Lago Ness. De todos modos, yo nací acá y porende…
- ¿Dijo “por ende”?¿Lo escuché bien?
- Sí, lo dije porque el
Delegado usa mucho esa palabra en sus discursos. Me dij así, lo recuerdo perfectamente:
‘por ende, usté, Don Mollarito, es más
tucumano que una humita simoqueña.’
- Faaaaa! ¿Qué tal? Por ende,
es más criollo que una empanada árabe…
- Ja ja, vio? Acá somos todos
un poco así… Ojo, que yo me siento muy
de acá, eh? Yo no ando despreciando, que va… Si este es mi hogar, de eso no
quedan dudas.
- Claro.
- Este lago es mío, como bien
dijo el Sr. Delegado, es todo mío y si andan los pescadores detrás del pejerrey,
es porque yo les dejo, eso dijo. Y si
andan los de los kayaks, es porque yo les dejo. Y los de los veleros, que son
los que menos molestan, andan porque me gusta ver pasar las velas infladitas, como mariposas de
agua.
- Yo no tengo ningún resentimiento
con mi pantano. Estoy muy bien acá. Pero, como le he dicho al Delegado, sin
desmerecer la tucumanancia que se me ha otorgado, que con honor y responsabilidad
de mi parte llevo, para dejar el nombre de estos Valles bien alto, que es donde
se merecen estar, sin despreciar otras regiones, claro está, pero uno tiene también
necesidad de conocer su origen, su familia, su parentela, sus parecidos con los
primos, sus historias de familia, que no?
- Y claro, más bien que sí…
¿Y qué le ha dicho?
- Pensó un rato y contestó: “Tiene razón Don Mollarito. Donde hay una
necesidad, hay un derecho.”
- Muy bien. Y es así nomás...
- Así que, dijo, si yo
necesito conocer a la familia, entonces tengo mi derecho de saber quién soy, de
donde vengo, por qué ese huevo y no otro fue el elegido para venir aquí.
- Claro.
- No es cierto? ¿Por qué
yo y no cualquiera de mis hermanos? ¿Por qué no trajeron más de un huevo? Digo,
para tener compañía y no morir de aburrimiento a treinta metros de profundidad,
sentado frente a una cancha de fóbal hundida donde ni las percas tienen el
detalle de meter un centro cada tanto, hacer unas gambetas, armar un partidito,
patear unos penales con esas pelotas que cada tanto se les escapan a los
muchachos y vienen a parar al fondo del lago... ¿Sabe lo deprimente que es sentarse
frente a una cancha de fóbal eternamente vacía y llena de agua?
-
Nunca probé, pero me imagino.
- Uf, ni vale la pena que se ponga a probar,
yo le digo que es muy feo. ¿Sabe lo que
es vivir rodeado de casas donde nadie vive y calles por las que nadie pasa? Con
árboles que perdieron sus hojas un otoño de hace cuarenta años y que no han
vuelto jamás a recuperarlas... Y ni un perro de aguas ladrando cuando uno pasa
o levantando la pata para entretenerse mirando... Nada. Todo agua. Y los ojos
de los peces mirando como uno sufre…
- Triste. Muy triste…
- Antes, hace mucho, pero mucho, eh?, algún buzo bajaba cada tanto. Andaba,
recorría, controlaba que todo estuviera en su sitio, me saludaba de lejos, con algo de miedo tal
vez, pero era un entretenimiento para mí, no le parece?
- Y sí.
Como quien le pone un sonajero a un bebé.
- Sí, era compañía, aunque no se crea.
Después, reconozco que yo me sobrepasé un poco.
- ¿Por?
- Pavadas… Fue cuando me
convertí en un adolescente impetuoso y
me dio por correrlos ladrando, para
divertirme nomás… Hubo algunos chismorreos en los diarios y en la tele, no sé
si recuerda... Igual, mienten si dicen que lastimé a alguien. No va a encontrar
quejas de eso, nunca provoqué daños en la propiedad o las personas. Nunca. Era
puro juego, nomás. Y además, los muchachitos que vienen en el verano hacen más
destrozos en una semana que yo en toda mi vida, o no?
- Ni falta hace que lo
diga…
- Hace añares que nadie
baja. Eso también se lo dije al Delegado. Andan con los botes y las cámaras y
uno no siempre está con ganas de salir a tomar frío. Hay que entender que los
años no pasan solos.
- Disculpe, me quedé en un
detalle anterior: ¿Usted ladra?
- Sep. ¿No sabía? Escuche.
Lanzó un corto de ladridos breves y algunos aullidos largos finales que
se perdieron entre los cerros, más allá de la cerrazón.
- ¿Y cómo es que ladra?
- Supongo que en el
laboratorio hicieron alguna cruza genética con perros para mejorar la especie.
Usted que tiene acceso a internet, ¿no sabe si los del Lago Ness ladran?
- Ni idea. Tampoco tengo
internet. Pero nunca escuché decir tal cosa. Son más bien mudos.
- Entonces es cosa de los
doctores esos. Debe ser para que resultemos menos terroríficos, más parecidos a
una mascota.
- Puede ser. El silencio
de lo monstruoso es horrible. No lo digo por usted, sino por las sospechas que
levanta lo que se oculta tras el silencio, mentiende?
- Claro, usted dice por lo de perro que ladra no muerde, no?
- Y aparte de ladrar, ¿qué
más hace usted?
- La verdad, ya ni
ladro. Me han sacado las ganas con tanta foto y tanta porquería que tiran al
agua. ¿Hay necesidad de ser tan sucios? ¿No piensan que uno vive allí abajo y
no tiene por qué recibir todas sus porquerías? Estoy medio en rebeldía por eso
de la mugre desde hace un tiempo…
- Suena justo…
- Así que me quedo en el
fondo, duermo mucho, no subo. Me aburro, no le voy a negar que me aburro pero
estoy enojado con la mugre. A veces converso con algunos navegantes, con algún
pescador viejo, pero hasta ahí…. ¿Qué más pretenden de mí? Hace cuarenta años
que estoy solo, tratando de entender a los pocos humanos y animales con los que me cruzo. Yo tengo
necesidad de una familia, tengo derecho a conocerla.
- Claro, quién lo va a poner
en duda…
- Nadie lo pone en
duda, pero tampoco se les cae un peso del presupuesto para pagarme un viajecito
a Escocia.
- La Delegación no
tiene fondos para eso, me parece…
- Ni se me ocurriría
que la Delegación… No, yo digo por la Provincia, la Nación, no sé, el Inadi, alguien. Ya me lo aclararon: haría
falta un avión militar. Y eso que mis
padrinos eran generales, eh? Pero no hay caso, a nadie le interesa la soledad
del monstruo. Como si fuera una cualidad esencial de lo monstruoso el estar
solo. ¿De ande?
- Tiene razón, es una
injusticia.
- En fin, por lo menos usted
me entiende. El Delegado también. Él quiere que me reponga, que viaje, que
vuelva cargado de energías para ladrar a la luna llena cuando hay claros en
verano y el lago se llena de botes y pescadores. Que traiga historias para
contar. Eso atrae a la gente, yo lo sé
bien. Tonto no es el hombre. Ni desalmado tampoco. Pero ¿qué puede hacer él con
tanta burocracia?
- Y ahora con los ajustes en la administración
pública, olvídese. Dudo que se decidan a pagar un pasaje oficial. Mucho
recorte, mucho despido. El funcionario que le ponga la firma a lo suyo, seguro vuela
del cargo. No es que usted no se lo merezca, eh? No vaya a pensar que yo… No,
si es un derecho suyo, pero es que así están las cosas…
- Y sí. Eso me dicen todos,
pero mientras tanto, acá sigo encerrado… Deprimido, solo, muriéndome en este
lago barroso cada vez más lleno de
basura, sin poder darle un abrazo a mi madre, a mis hermanos. No es
justo.
- No. No es justo.
- Iba a hacer una huelga de
hambre, pero hay que ver que eso no es cosa del interés de nadie. ¿A quién le
va a preocupar un monstruo que hace ayuno? Así que me parece que voy a empezar por algo más liviano.
- ¿Por ejemplo?
- No sé, trabajar a reglamento… No lo tengo muy claro
todavía. Tendría que averiguar qué dice
el Reglamento de los Monstruos de Lagos y Afines. Pero nunca tuve uno a mano. ¿Usted
no podría sacarme una copia de internet y en la próxima cerrazón yo la espero
acá mismito? Eso sí: me lo va a tener que leer, porque yo nunca aprendí.
- Tendría que ver si existe y
si lo puedo encontrar. ¿Usted dice que en gugle
está?
- Ni idea. Pero no dicen que en
internet está todo?
- A veces sí, a veces no.
Depende de que a alguien le interese y lo cuelgue en la red para que otros lo
lean. Y un reglamento de monstruos, no sé a quién puede interesar…
- Le entiendo. No somos
importantes.
- No lo tome así, hombre… ¡Qué sensible está!
- ¿Y cómo estaría usted en mi
lugar?
- Tal vez peor… Mire, le
prometo algo: voy a investigar todo lo que pueda y voy a volver. No sé cuándo
podrá ser eso, pero voy a volver con alguna solución. Téngame paciencia y espéreme
un poco más. No se me desanime.
- Está bien. Le tomo la
palabra.
- No se preocupe. Volveré,
volveré… Mientras tanto resista con aguante, chamigo, no sea tan flojo. Que no
es usted el único que la está pasando mal. Y ahora tengo que irme, se me acaba
la hora de alquiler y no estoy para andar pagando minutos restantes.
- Está bien, lo entiendo,
no se crea que no lo entiendo. Acá no habrá bancos, ni sueldo, ni trueque,
ni dólares, ni deudas, pero igual lo que hacn con la economía nos afecta a
todos. No se crea que porque uno aquí está al tope de la cadena alimentaria, no
le afectan las medidas antipopulares. ¡Qué va! ¿Sabe cómo se resiente todo por
acá? Si hasta pareciera que crujen las paredes del dique.
- De hecho, parece que
crujen en serio.
- Eso dicen. Pero las
paredes se arreglan con cemento y piedra. En cambio, lo agujeros del alma en la
vida de uno no se acomodan con barro nomás. Sé que muchos pensarán que me quejo
de lleno, pero no sólo de pan de anís vive el Mollarito.
- Le entiendo perfectamente,
créame. No le voy a decir que me pongo
en sus zapatos porque eso sería imposible y sonaría a burla. Ni ahí me
atrevería, pero quisiera ayudarlo.
- Gracias.
- Confíe en mí: voy a
investigar lo suyo y vendré con resultados. Y usted después verá qué hace con eso.
Antes del verano, algo en limpio vamos a sacar. Creo yo...
- Es usted una optimista.
- Sí, una optimista histórica
que le dicen… En fín, se me hace tarde. Se
vemo, Don Mollarito. Buena pesca.
-
No se pierda,
eh?
-
Ni ahí!
Mientras remo con toda la energía de que
dispongo para llegar al embarcadero a tiempo, impelida por el temor a tener que
pagar de más, pienso -como para no sentir el dolor en los brazos y la tensión
en la cintura-, en lo triste que resulta
la vida de algunos seres y las de otros también, por causa de la insensibilidad
de los gobernantes.
Piso el muelle apenas un
minuto después de lo previsto, feliz de no tener que pagar recargos, me pregunto
cómo me las arreglaré para cumplir con mi promesa.
Ahora, sin compromiso: ¿Alguien sabe dónde puedo conseguir un
Reglamento Laboral, Régimen contractual o Convenio Colectivo de Trabajo para Monstruos
de Lago o cualquier clase de Monstruos?
Cualquier información será de gran utilidad en esta causa que tampoco tiene por qué ser una causa perdida.
1.- Cierto es que no tengo ya mi mama para amasar
el pan, pero al bicho, eso, no le
importa nada. Mientras sea pan de anís fresco, como el que vende Juan frente a
la Terminal, por ejemplo, se lo come y aparece de buen humor para conversar con
el que se lo regala.

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