lunes, 19 de septiembre de 2016

UN CAFÉ CON CHICHE Y PABLO



 Los relatos fantásticos que componen esta colección se sitúan en los Valles de Tafí, Tucumán, corazón de la Patria  Argentina. La autora de estos relatos tiene la suerte de vivir en El Mollar. Desde la Casa del Quetupí,  se atreve a contar lo que sueña a veces en uno de los lugares más bellos del planeta. Ni falta hace que se diga que cualquier parecido con hechos y personas, es mera coincidencia.Por las dudas: todo es ficticio y cualquier parecido con la realidad es producto de las elucubraciones del lector, ya que la autora considera que todo lo que vivimos es casualidad pura. 

       
           El problema de los fines de semana son los encuentros con la gente de paso, la que anda entreteniendo por allí su aburrimiento.

           Pero hoy es martes.Aunque sea martes ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer. 
           En todas partes se acuerdan del género femenino, en la radio, en la tele, en las redes sociales, en las escuelas… Como si ser mujer fuera una mierda trescientas sesenta y cuatro veces al año, menos una, en que resulta algo sorprendente y maravilloso. Aquí,  se realizan encuentros de mujeres y pequeños actos, pero es un día más de la semana. Y encima nublado, con lloviznas matinales y cerrazón.  Un día para estarse adentro, en lo seco, cerca de lo caliente.  Ni ganas dan de salir a comprar para el almuerzo.

          Por eso es que nunca una espera encontrar en un día como hoy, apenas cruzando la plaza, a la Chiche Duhalde haciendo averiguaciones.

         Cuando la vi ya era tarde para saltar a la vereda de enfrente sin que se notara el esquive, así que tuve que seguir bajando y mirando el piso como quien anda por las piedras y no quiere tropezar aunque no haya nada con qué tropezar, tan limpias tiene las veredas del centro el Delegado Comunal. Si fueran las calles de las afueras, tal vez uno podría dedicarse a saltar bolsas de basura rotas por los perros, pero aquí…

-Ey! Hola! Cómo estás, no me conocés?

- Eh? Ah! Quihay Chiche! Tanto tiempo, casi que no me había percatado… (mala elección: ‘percatarse’ no es un verbo para disimular nada, suena demasiado rebuscado)  ¿Y cómo está usted?

- Ya me ves: perfectamente bien,  graciadio.

- Ajá. ¿Y qué la ha traído tan lejos?

- Estoy buscando un amigo algo escurridizo. Y me comentaron que lo vieron por acá.

- Ah… ¿Y hubo suerte?

- Hasta ahora nada. Lo habían visto por el cerro aquél, pero tal vez ya se fue. Es de andar rápido, no se detiene mucho en ninguna parte, hace lo suyo y se va.

- Ah..

- Aunque ahora andaba descansando. De retiro espiritual, dijo. Sin actividades sociales. Se supone que sin apuro, como de vacaciones. Tal vez lo viste por el pueblo.

- No sé. ¿Cómo es?

- Bueno, es notable.

-Notable.

- Sí, es notable. No es como los demás. Digamos que llama la atención.

-Ajá.

-  Sí. Puede que ande pelado y con barba, aspecto algo… desarreglado, digamos. Como un artesano, un jipi.

- Ja. No es fácil, por acá pasan muchos así  todas las semanas, así que… Es más común en temporada, fines de semana largos y feriados. Y hoy es martes de una semana nada especial… ¿Y por dónde lo vieron?

- No lo vieron, para hablar con precisión. Digamos que me informaron que salió para acá hace unos cuantos  días con el fin de descansar. Puede que se aloje en casa de alguna persona amable que lo asile por unos días.

-¿Asilado? ¿Por? ¿Qué hizo?

- Nada, nada,  es un modo de decir. Nunca se queda en hoteles ni hospedajes. Ni suele usar carpa. Está grande y le duelen los huesos si duerme en el suelo.

- Ah.

- ¿No viste a alguien… cómo decirlo, alguien inusual caminando por allí?

- No,  aunque no soy de fijarme mucho. Pero supongo que si es alguien notable, lo hubiera notado.

- Claro. ¿Habrá algún lugar por acá para tomar un café con leche? Desde que llegué no comí nada. Si es con wi fi mejor.

- En la esquina, cruzando la plaza… La acompaño, tengo que bajar por esa calle.     

Entonces lo vi.
  En  la “Casa de piedra”, en una mesa destartalada bajo el toldo, vi alguien que me pareció notable. 
 Al menos alguien que no podría pasar desapercibido. 
Escribía en una netbook de esas que entrega el Estado en las escuelas y tenía, además, un gran sifón de dos litros y un vaso lleno de soda al lado. Chiche emitió un gritito de sorpresa y alegría y bajo corriendo la rampa hacia el solitario personaje. Pensé en irme antes que lo notara, pero se dio vuelta, me miró y señalándolo dijo:
-¡Acá está! Ves? ¿No es notable?

 Asentí con la cabeza, pero me quedé en la vereda. El hombre nos  miró.      Después se levantó y la saludó con formalidad, lo que  considerando su aspecto entre metalero y punk, algo jiposo, algo rolinga, un poco sucio y tirando a viejo, llamaba aún más la atención.

                Se sentaron y Chiche me hizo señas para que me acercara. 

-         -  Te presento a Pablo, el de las Escrituras. Pablo, ella es… una conocida de alguna parte,  no sé, no me acuerdo bien de dónde nos conocemos pero me ayudó a encontrarte.

-          - Encantada, señor. En realidad yo no hice nada, ni idea tenía que…

-         - Ya sé, ya sé, -interrumpió el hombre con un gesto de su mano peluda y nudosa-.No se preocupe, siempre me encuentra aunque yo me esconda en la cueva más profunda. No tengo modo de librarme de ella. Por mucho que escape, siempre se me aparece.

-          Ay, Pablo! Ni que te molestara verme...Eso es grosero.

-          - No voy a responderte. No quiero mentir ni pelear. Vine a pasar unos días tranquilos,  lejos de todo lo que pretenda un argumento defensivo o un sermón.

-         -  Justo ahora!

-          - Sí, justo ahora.  Y la última persona que esperaba ver… -se revolvió incomodo y tomó una gran cantidad de soda, eructó fuerte y se encaró con ella:- ¡Mirá que sos incorregible, Chiche! ¡Incorregible! No hay manera de perderte.

-          - Siempre encuentro lo que busco.

-          - Qué duda cabe… Y aunque no siempre te guste lo que encontrás, seguís buscando.

-          - Mientras tenga vida… Lindo pueblito. Me gusta. Es tranquilo. Todavía se toman el trabajo de pintar de blanco los cordones, las piedras, los troncos de los árboles. Es muy prolijo eso.

-          - No lo había notado, pero ahora que lo decís… Muy milico eso de pintar todo de blanco.

-          - Prolijo.

-          - Sepulcros blanqueados.  Me recuerda eso. No lo había notado.

-          - Cambiemos de tema. ¿Nadie atiende? Tengo hambre.

-          - Sí, hay una chica… Ahí viene.

-          - Yo no voy a tomar nada -aclaré-, me esperan en casa y…

-          - Ay, por favor, un cafecito, por la ayuda. Traiga un café en jarrito para la señora y un café con leche con … lo que sea que tenga para masticar.

-          - Tortillas.

-          - Está bien. ¿Vos Pablo? ¿Querés tomar algo más?

-          - Sí, un medio de tinto de la casa.

-          - ¿A estas horas?

-          - Chiche, no empecés, yo tomo cuando se me antoja. ¿Para qué invitás si te vas a poner a protestar?

-          - Está bien, traiga todo y unas empanadas.

-          - ¿De qué las va a querer?

-          - ¡De lo que haya! Media docena.

Cuando la chica se fue, traté de hacerme de piedra. Pasara lo que pasara, no pensaba intervenir en ninguna conversación. Tomaría mi café y me iría cuanto antes de allí.

-          - Pablo, necesito tu ayuda - arrancó Chiche.

-         -  Estoy de vacaciones. ¿No te informaron?

-          - Sí, pero es muy urgente. No podía esperar.

-         -  Siempre es muy urgente. Nunca podés esperar. Si no tuvieras plata para andar rastreándome, ¿me querés decir cómo te las arreglarías con tus urgencias?

-          - No sé, no lo pensé. Y no lo voy a pensar porque no hace falta. Cuando sea pobre, veré lo que hago. Ahora estoy acá y necesito que me tires un cable.

-          - Eso suena antiguo. Tirar un cable… Anacrónico.

-          - Bueno, pero vos me entendés.

                  La moza interrumpió con parte del pedido: las empanadas tardarían un poco más, las estaban horneando. Pablo aprovechó para cerrar su máquina,  vaciar el vaso de soda y servirse vino hasta el tope. Chiche lo miró con preocupación mientras ponía edulcorante en el café con leche y lo revolvía. 

-         -  Tenés que sacarme de apuros, Pablo.

-          - Como siempre.

-          .-  Sí, pero esta vez, YO no soy responsable. Hice lo que me pidieron, se la tomaron conmigo y nadie salió a defenderme.

-         -  Qué raro suena eso… ni que anduvieras en política. che.

-          - No estoy para bromas. Viajé más de mil kilómetros para que me ayudes, no para que me tomes el pelo.

-         -  Otro anacronismo.

-         -  Como sea, me cansé de hacer los mandados y que me dejen sola.

-          - No los hagas. Otro anacronismo ese de hacer mandados. Ya nadie habla así, Chiche. ¿Y ahora qué fue lo que te pidieron?

-          - Sabés cómo es esto: una no elige. Soy una sierva y cumplo órdenes.

-          - Jodete. Ya estás grande para eso. A mí no me busques más para arreglar los entuertos en que te metés por no pensar.

-        - ¿Entuertos? Qué moderno, eh? Y la anacrónica soy yo…

-         -  Vos no sos eterna como el agua y el aire. No sos inmortal ni tenés dos mil años de edad, así que no podés compararte conmigo, piba. Yo puedo hablar en sánscrito si quiero y sigo siendo actual. Dejá de pretenderte santa, querés?

-          - Está bien, ya me humillaste. ¿Te sentís mejor? Ahora ayudame.

-         -  No. Vos te metés y abrís la boca, vos salís solita y la volvés a cerrar.

-          - Pero…¡ Pablo! No podés hablarme así. ¿Somos un ejército o no somos un ejército? ¿No tenemos que estar juntos y defendernos de las legiones infernales? ¿Qué hay de todas esas instrucciones y epístolas con tu firma?

-          - Eso es cosa del pasado, Chiche. Te quedaste dos mil años atrás. ¡Dos mil años! Hace dos mil años que no le digo a nadie qué hacer. ¡Por favor! Ahora hay computadoras, internet, google, Chiche. Actualizate un poco m’hija… ¡Legiones infernales! ¿Esa banda de imbéciles que cobran sueldo para ir unas horas al congreso? ¿Los noteros de la tele? ¿A eso le llamás legiones infernales? Dejate de pavadas! Vos no sabés lo que es una legión del averno, ni idea tenés.

-                -  Perdón –interrumpí, a pesar que me había propuesto no intervenir-, pero usted es…¿ese Pablo?

-          - Qué? ¿No le explicaste? – le espetó a Chiche sin responderme.

-         -  No tuve tiempo.

-          - Sí, soy ese – me sonrió amable y levantó el vaso con el vino en un gesto de brindis, antes de tomar.- Y parece que esta mujer ha decidido no dejarme descansar en paz ni un solo día de su larga existencia. Que por suerte, siempre será más corta que la mía.


               Sonreí por cortesía, aunque  aquello me parecía muy poco ortodoxo. No sabía si era real o era un sueño y no tenía intención de blasfemar en ninguna de mis existencias posibles. Que arreglaran entre ellos sus cuitas y cada quién con su dios si lo tenía, pues a mí me costaba creer que aquél hombre fuera quién decía ser. Pero al mismo tiempo sentía que no cabía ninguna otra posibilidad. Era esencialmente notable, con esa clase de notabilidad que sólo puede provenir de lo que no es y a la vez es de este mundo. Mientras reflexionaba, ellos seguían discutiendo y Don Pablo el apóstol se había puesto un tanto autoritario:

 -                              - ¿Acaso no te he dicho hasta el cansancio que cierres la boca? ¿Que las mujeres no deben hablar ni en la iglesia ni fuera de ella? ¿Que debes obediencia a tu esposo en silencio y constricción? No es en general para el resto de  las mujeres, querida, es para vos. Triplemente valedero para vos, Chiche. ¿Cómo hago para que lo entiendas?

-            -  Es que no puedo seguir órdenes contradictorias… Eso es inhumano. Ilógico e inhumano.

-         -  ¿Qué tiene de contradictorio que te calles y seas obediente?

-          - Que la obediencia debida a mi esposo es la que me obligó a hablar. Fue él quien me mandó decir que las mujeres no pueden gobernar ni tener actividad política, que no son buenas para eso, que la vida pública es para los hombres. ¿Acaso no estás de acuerdo con eso?

-          - No importa lo que yo pienso, Chiche. No importa porque me he ocupado muy bien de desaparecer de la faz de la tierra y pasar desapercibido, hacer que se olviden de mí y de mis opiniones. Todo ese trabajo que me he tomado, ¿por qué crees que ha sido?

-        -   ¿Porque sos astuto como paloma?

-          - No precisamente. Ni manso como serpiente.Sos bruta, eh? ¿No te das cuenta que no es momento de decir esas cosas? Me han colgado el cartel del mayor misógino de la historia, ¿te parece poco? Es suficiente para aprender a cambiar el discurso, actualizarlo, o borrarse. Que es lo que vos deberías hacer. Borrarte. No entiendo por qué esa voluntad de meterte en kilombos… Si ni yo no recuerdo  esas cosas, ¿se puede saber por qué a vos se te mete en la cabeza salir a armar polémica con argumentos que después no podés defender sola?

-          - Primero, por obediencia, ya te dije. Segundo, por convicción. Tercero, porque alguien tenía que salir a decir algo.

-         -  Claro. Me lo imaginaba. Como estabas con la boca abierta papando moscas, te ofreciste para decirlo vos. Decime, vos sos capaz de darte cuenta que en tu boca esas cosas suenan falsas, no?

-          - No veo por qué.

-          - ¡Porque estuviste casi veinte años rompiendo las pelotas de todo el mundo haciendo política, amén de cobrar sueldos de varios cargos, acomodar la familia y amigos, destrozar las entrañas del Estado y romper los huevos de todos los santos y ángeles que andan sueltos! Por eso suenan falsas.

-          - Yo soy una ama de casa que acompaña a su esposo en su gestión, nada más. No hago política ni mucho menos me meto a ideologizar a…

-          - Jajajajajaja! ¡No me digas! Qué gracioso! Y lo peor del caso es que, conociéndote como te conozco, estoy seguro que te lo creés.- se tomó un vaso de vino de un golpe y pidió más a la camarera-  Lástima que nadie más pueda tragarse semejante banana aparte de vos.

-          - Eso me ofende.

-          - Me tiene sin cuidado. Yo no fui a buscarte a Banfield. Odio ese lugar y todo lo que me lo recuerda. Estoy en medio de la montaña tratando de pasar sin pena ni gloria unas escasas y pobres vacaciones.

-          - Claro, con internet.

-          - ¿Y? ¿Acaso es un lujo? ¡No seas gorila, querés! Estaba escribiendo epístolas nuevas para la nueva edición ecuménica de nuestro nuevo libro santo.

-          - ¿Nueva versión con nuevas epístolas?

-          - ¿Estás sorda? Sí, hay que aggiornarse querida.

-          - Pero… ¿ÉL está de acuerdo?

-           No es algo de tu  incumbencia. Yo sigo mis órdenes, vos seguís las tuyas. Y así te va. Sobre estas cosas, a lo sumo, hablo con Jorgito. Faltaba más… ¿Ahora también querés meter baza en la doctrina y la liturgia?

-          - Perdón por el pecado que voy a cometer preguntando, pero ¿muchos cambios?

-          - Bastantes.

-          - ¿Demasiados?

-          - Para vos probablemente sí.

-          - Sacerdocio femenino.

-          - No.

-          - Menos mal... ¿Homosexualidad?

-         -  Mm, no sé, puede ser, con límites. Con criterio.

-          - ¿Matrimonio de los sacerdotes?

-          - Veremos. Tal vez lo guardemos para el siglo que viene. No podemos tirar toda la carne en un solo asado.

-          - ¿Y sobre el Estado…?  - estaba aterrada, se veía en el gesto duro de la cara, a punto de colapsar en una parálisis facial.

-          - ¿Qué?

-          - ¿Algo sobre política económica?

-          - Creí que no te interesaba. Que lo tuyo era gestión de acompañamiento marital y nada más.

-          - Bueno, ya te dije que estaba en pecado de curiosidad. Ahora me conviene reventarlo todo, así no vuelvo a pecar otro día.

-        -  No creo que haya otro día. Voy a ponerte un cascabel para detectarte a la distancia.

-         - No seas malo.

-          - No soy. Pero no porque no quiera, sino porque no me lo permiten. 

-          - Era una forma de decir, nomás….

-          - No importa. Igual no te voy a responder.

-          - ¿Sigue lo de dar al César lo del César y a Dios lo de Dios?

-          - Obvio! ¿Qué esperabas?

-          - ¿Y lo de la práctica de la caridad?

-          - También. Se nos ha dado bien hasta ahora. No es que no se nos ocurran otras medidas más eficaces, pero sería intervencionismo extremo y ya se sabe que …- señaló arriba con el dedo, imitando a los sanjuanes de Da Vinci- no es afecto al intervencionismo extremo. Apenas si nos deja controlar y supervisar un poco.
 
  -  Me preocupa.

-         - ¿Qué cosa? ¿El libre albedrío? Llegaste tarde. Ya tomaste demasiadas decisiones y no sé si te diste cuenta pero estás más cerca del arpa que del sonajero.

-          - Ya lo sé. Y no me importa. Lo que me preocupa es  lo del libro nuevo. ¿No será otra de esas encíclicas que pretenden dar vuelta todo patas arriba y tengamos otro rebrote de…?  Bueno, ya sabés de qué hablo.

-          - ¿Martirologio y santidad?

-          - Subversión y extremismo.

-          - Jajajaja! ¿Hablamos de lo mismo? Uy, me olvidaba que estoy con la esposa del Rey de los Eufemismos.

-          - Estás un poco ácido, ¿sabías? ¿será demasiado vino?

-          - Eso nunca me hará mal, querida. Estoy un poco harto. Quiero morirme y no puedo. Quiero jubilarme y no puedo. Quiero dejar de modificar mis propias palabras y tampoco me dejan. A ver si vos te aguantás dos mil años así y encima soportando inoportunos que vienen a pedir que les arreglen sus mocos.

-          - ¿Lo decís por mí?

-          - ¡No, qué va! Por favor, no me atrevería...

-          - Sos cruel.

-          - Puede ser. El agotamiento nos vuelve biliosos. ¿Te acordás cuando trabajabas más que ahora? Cuando trabajabas, bah…. Eras insufrible. Hiciste llorar a mucha gente. Tu bilis inundaba la casa de gobierno tiñendo todo de verde. Y sin embargo no recuerdo haberte quitado el saludo. Ni siquiera haberte dicho nada de la ristra de pastillas que te zampabas cada día…

-          - Es cierto. Lo reconozco. No fueron buenas épocas.  Pero el saludo no me lo quitaste por orden superior. Además, nosotros llevamos adelante la Obra. Y jamás nos apartamos ni un renglón de lo escrito.

-          - ¿De lo escrito por quién? Por favor! A ver si alguna vez madurás y te hacés cargo de algo, che. Ya va siendo hora…

-          - Lo dicho. Estás bilioso. Y no voy a permitir que me maltrates delante de testigos.

-                            - Yo ya me voy, eh? – tercié, levantándome, pero me pareció que debía recordarle que era ella quién había querido tener testigos:- Además, yo insistí en irme y usted no me dejó. De todos modos, estoy de más en esta conversación. Adiós. Que les garúe finito.

               Se me quedaron mirando. Cuando subía la rampa hacia la vereda, oí al tal Pablo susurrar:

-         -  Che, ésta no irá con el cuento, no? Lo que me falta para terminar de romper relaciones con las estructuras, es salir en página tres de un diario discutiendo con vos.


             Me di vuelta y les sonreí para que supiera que lo había oído, pero no me detuve  a aclararle nada.

            Que se queden los dos con la duda.


© 2016 Adriana Gaido-©Fotos: Rufino Mario Lucero - © 2016 Ediciones de la Casa del Quetupí, El Mollar, Tucumán, Argentina.

ISBN 978-987-42-1534-5





LA ESPOSA DE DUHALDE DIJO  QUE “LA POLITICA ES MAS COSA DE HOMBRES”

 Chiche mandó a las mujeres a lavar los platos

Volvió ayer inesperadamente al centro de la escena y planteó que hay que debatir “si las mujeres están listas para ejercer la política”. La ex senadora lo dijo al criticar a la presidenta Cristina Kirchner, de la que opinó que “es un mal ejemplo para las mujeres” porque “se maneja más por su lóbulo emocional que el racional”. En esta línea, agregó que después de este gobierno a cualquier candidata “le va a ser muy difícil alcanzar altos estamentos”. También cuestionó la utilidad de la Ley de Cupo femenino.

Luego apuntó que “este ejemplo de mujer ejerciendo el poder, que se maneja más por su lóbulo emocional que el racional, y realmente debería manejarse con los dos, no nos hace quedar muy bien a las mujeres ejerciendo en el poder”.

Aunque parte de su biografía política estuvo unida al rol de primera dama como esposa del ex gobernador Eduardo Duhalde –la organización de las manzaneras no se desmarcó de ese papel–, González de Duhalde se postuló para ocupar cargos políticos, fue diputada y después senadora en los catorce años que transcurrieron del ’97 al 2011. Sin embargo, ayer dijo que viene planteándose “en soledad” la aptitud del género femenino. “Me parece que tiene que entrar en el debate nacional si la mujer está preparada para ejercer la política per se, con sus características, con sus condiciones y convicciones, o si simplemente va a acompañar el proyecto de alguien”, planteó ayer. Y agregó: “La mujer no participa masivamente en política. Aún es más cosa de hombres”.

En el mismo sentido, puso incluso en duda la utilidad del cupo femenino. Contó que durante el debate sobre si había que poner un piso de candidatas mujeres en las listas “yo fui crítica, después entendí que era una manera de fomentar que la mujer participara en política, pero con los años me di cuenta de que esa ley no había cumplido el objetivo buscado”. En este sentido, apuntó que muchas “ingresan simplemente para obedecer al hombre que conduce” y concluyó que “algo hace que la mujer sienta rechazo por la política”.

 (Fragmento de un artículo de Laura Vales en Página/12 del 16/08/2013) 

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