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Ante todo,
que aquí estamos:
esos impúdicos misterios
que nos ocurren
como el color de las rosas,
como el sabor del agua.
Y aquí estaremos
hasta que el tedio agote
las madrugadas fervientes,
hasta que nos mate
tanta existencia rutinaria.
Hemos llegado
y hemos crecido
amando este trozo
de nada escurridiza
que tan caro cuesta.
Hemos construido
la tarde y la noche
sin darnos cuenta
pensando vanamente
en demasiados mañanas.
Y
sin embargo
aquí estamos.
Diciendo
que somos
que queremos
que esperamos.
Todo un manifiesto.
Tal vez
aquí nos encuentren
los días nuevos
la muerte
los deseos de ser
algo más que deseos
el olvido
o las ganas.
Pero ahora
aquí estamos,
pedazos de tiempo,
sueños de otro,
o pesadilla.
Uno nunca sabe
lo que hará mañana...
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