domingo, 25 de octubre de 2009

Un poeta chino y el ser nacional

¿Quién no ha visitado en los últimos años, en Capital o el conurbano, un autoservicio chino?

Más lejos o más cerca, más grande o más pequeño, en todos lados florecen y se arraigan, con esa persistencia propia de los orientales cuando algo se les mete en la cabeza.

En mi barrio hay varios, y en los alrededores de las oficinas donde trabajo, hay más.

Pero sólo uno de los que conozco, está regenteado por un poeta chino, que utiliza para derramar su poesía la lengua española.

Así como les cuento, créase o no.

Hace algunas semanas atrás, caminaba rumbo a la estación Martín Coronado del Ferrocarril Urquiza. En medio de la ruta, un supermercado chino de buen tamaño. Y en el portón de ingreso al mismo, dos enormes pizarras de esas que usan los verduleros y los carniceros para anuciar sus ofertas. Negras, lustrrosas, paradas sobre sus dos patitas flacas, apoyadas en la pared bajo un alero que protege el ingreso de los clientes.

En una de las pizarras, profusos arabescos de tiza blanca y tiza rosa, corazones enlazados y apenas cinco letras repetidas en diferentes tamaños: “TU Y YO”.

Eso fue lo primero que me llamó la atención. Pensé que era el nombre, pero un gran cartel colgado en una columna sobre la calle, señalaba que el comercio tiene por nombre "PROSPERIDAD". Muy chino.

En el pizarrón contigua se anuciaba en gruesas letras de tiza blanca: “Proximamente les brindaré a usted nuevamente mis poemas del TU y YO que tanto te gustan”.

El enredo gramatical indicaba claramente que el autor del anuncio era un sonriente chino que me miraba leer los anuncios, apoyado en el marco de la puerta.

No dije nada. No dijo nada. Seguí mi camino pensando en fotografiar aquello. Dos días después, cuando volví con la cámara, los carteles en tiza habían desparecido.

Supuse que el arrebato poético había sido reprimido vaya a saber por qué causa, y me olvidé del tema.

El sábado, nuevamente pasé por el lugar. Allí estaban otra vez los enormes pizarrones con sus letras de tiza blanca mojada.

Uno decía

Oferton

Tomates

2 k $6

GUAU”

Al lado, con letra más pequeña para que todo el texto entrara en el fondo negro:

TU Y YO

Tu y YO somos diferentes

YO nací en oriente

TU en occidente

Somos diferentes

Tu y yo

Pero el mismo sol

Cada mañana nos alegra

Y nos dice que

Tu y yo

podemos ser Amigos

Tu y yo

Podemos andar juntos

Por el camino

Etcétera etcétera

Lo leí varias veces, tratando de memorizar la mayor cantidad de texto posible, pero hasta allí llegué.

El chino feliz de la otra vez, estaba ocupado moviendo cajones de verduras al costado del largo portón de ingreso a un espacioso salón lleno de góndolas. Ni se dio cuenta de mi presencia, se hallaba verdaderamente muy ocupado: al día siguiente se celebraba el día de las madres y había muchos potenciales clientes deambulando.

No sé por qué, pero me acordé de mis ancestros europeos. Seguramente entre todos ellos, alguno también habrá sido medio poeta y habrá puesto su cuota de alegría en medio del laboreo diario, para soportar mejor el desarraigo y el fatigoso deber de levantar un país ajeno para convertirlo en casa propia.

La hijita del chino de mi barrio va al jardín público, habla español, se llama Camila y dice que no es china, sino “arquentina”. Sus padres se rien oyéndola como se deben haber reido mis bisabuelos cuando mi abuela champurreaba cocoliche para declarar que no era italiana sino “arquentina”.

Será así que empezamos todos a ser argentinos?

Es probable que así sea y siga siendo. Tierra de ocupación. Tierra para fundar eternas naciones compuestas por muchas nacionalidades mezcladas. Llenos de poesía púdicamente oculta y ese sentido cómico de la vida que dio origen a tantas obras de arte y tanta alegría patriótica. Y esa necesidad de reforzar el "yo nacional" que nos hace famosos en todos lados. Esa manía de convertir, al decir del Peje, las carencias en virtudes, que nos enseñó la pampa bárbara y desolada.

Paradojas de estas tierras: los extranjeros, hijos de extranjeros y nietos de extranjeros que poblamos lo que llamamos "este país" para disfrazar el profundo sentimiento de arraigo que nos mueve a quedarnos aquí y deslomarnos para hacerlo crecer como nación, no nos sentimos otra cosa que no sea argentinos.

Muchos que denostan y lamentan a grito vivo las migraciones de los países limítrofes y de los países orientales y de cualquier país que sea, los que se dicen nacionalistas y hasta te enrostran "cuarta generación de criollos" (eufemismo para decir que también alguna vez bajaron de los barcos), terminan envidiando el bienestar capitalista y los regímenes de otros países también armados a fuerza de inmigrantes, pero "que tienen leyes para proteger a los nativos y por eso andan tan bien". Como EEUU. O España. O Italia. O Gran Bretaña. Jua. No es gracioso?

Cuesta tanto asumir quién uno es...


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