martes, 9 de junio de 2015

LA PROFECIA



 El nieto le pregunta a la abuela por la profecía, la que no se cumplió en el 2012 cuando ella era como de su edad. La que siguen esperando se cumpla algún día. 
La vieja  cuenta lo que ha oído de su abuela,  que a su vez lo había escuchado de la suya y así hacia atrás hasta el fondo de los tiempos.
Es una leyenda extraña, que recuerda un poco a la teoría de la selección natural de Darwin, pero aplicada  ahora a la elección de pareja, el  matrimonio y la crianza de los hijos. En la leyenda hay también una parte dedicada a los que vinieron de los cielos.
 Dice la abuela a su nieto de seis años, que los extraterrestres llegaron por causa de haberlos pensado demasiado.  Tanto los buscamos,  que finalmente logramos que ellos nos encontraran. Del mismo modo  fue con las sirenas del mar o los gorilas en la niebla. Soñamos con ellos y ellos con nosotros, el tiempo suficiente para que los hallemos donde los busquemos y nos encuentren donde estamos siempre.”
Hace referencia, como al pasar, a la Teoría de la relatividad y explica que la materia se vuelve energía en determinadas condiciones y los cuerpos pueden disolverse como luces fugaces. Así es como la gente se va al cielo cuando se muere, dice.
El nieto pregunta y la abuela responde: para cuando ella adquirió la mayoría de edad, hace ya bastante tiempo, apenas quedaban quinientos millones de personas en todo el planeta. "Los extraterrestres  eran los encargados de mantener el equilibrio de población, decían que vendría un nuevo florecer de la civilización humana  en mil años más o menos".
La vieja cuenta leyendas pero no dice que los que ahora ven patrullando los campos no son seres intergalácticos como todos creen. Sabe y calla lo que sabe: que son soldados humanos, mandados por otros humanos poderosos a cuidar el agua y el alimento. El planeta es ahora una especie de parque de diversiones o zoológico, propiedad de algunas pocas familias que viven más allá del arco iris. Y ellos, los pobres de la tierra, son como bichos en extinción, que están allí para ser observados, custodiados, expuestos como cosa rara. 
Sabe, y calla que sabe, que las máquinas estelares y los monstruos intergalácticos son apenas  hologramas y chucherías tecnológicas de los de atrás del arco iris, para ayudar a los soldados a mantenerlos sometidos por medio del terror.
Sabe pero calla lo que sabe. Y sabe  porque sueña y luego piensa en lo que sueña todo el santo día,  sentada a la puerta de su casa. Es  un sueño prohibido el que cada noche la asalta. Un sueño que debe ser guardado como un tesoro, que sólo podrá ser dicho a la persona correcta. Hay una sola oportunidad en cada vida: no puede equivocarse. 
Como en toda profecía que se precie, hay también un libertador que abolirá las leyes que los esclavizan.  El nieto le pide  otra vez que se lo describa, quiere repasar cómo se verá el que vendrá a salvarlos. La vieja cuenta,  ahora el nieto sueña despierto. El héroe es de su talla, es de su edad, es como él. Se le parece. Tiene sus mismos gustos y sus mismos defectos.
Foto tomada de la página digital de ASF (asfes.org)
La abuela dice que será portador de todas las leyendas antiguas. Qué destruirá a los seres de otras galaxias por poderosos que sean, cuando sea el tiempo. Que sabrá toda la verdad y vencerá sobre los monstruos y las enfermedades. Que llevará a los desheredados a vivir bajo el arco iris y la tierra volverá a ser un jardín verde. 
La vieja habla y el nieto sueña. Están sentados a la puerta de la casa, esperando que aparezca el lucero. Pronto habrá que entrar, habrá que dormir. Y seguir soñando.  Después, volverá el lucero y será otro día. El nieto volverá a pedir que le cuenten la profecia y recomenzará el  milagro que lo cambiará todo.
 

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