jueves, 17 de diciembre de 2009

La brecha que se agranda es la del desconocimiento acerca de la distribución del ingreso monetario

Norberto Itzcovich, Director Técnico del INDEC

Claudio Comari, Director de la Encuesta Permanente de Hogares

Varios medios de comunicación masiva, analizando la información de ingresos producida por el INDEC a partir de la Encuesta Permanente de Hogares, han realizado la peor interpretación posible de los datos, sacando conclusiones absurdas por combinar en una sola operación cuatro elementos: analizar los ingresos individuales, utilizar la “brecha de ingresos” y hacerlo a partir de promedios, y no tener en cuenta la variabilidad entre períodos. Al final del presente artículo vamos a explicar lo que sí se podría haber informado según los datos provistos. Aunque en el mismo comunicado del INDEC hemos tenido la delicadeza de poner un anexo metodológico breve, escrito en un lenguaje llano, con gráficos que lo hicieran accesible al lego, parece haber sido un esfuerzo vano: no hemos logrado hacernos entender (no queremos pensar que hubo mala fe).

Vamos a intentar de nuevo …

La distribución del ingreso no puede analizarse a la luz del ingreso que individualmente perciben las personas, ya que es incorrecto decir que un ingreso individual bajo corresponde a una persona pobre. Por ej.: en el mismo hogar puede haber una persona que haya percibido el mes anterior $5.000 y otra que haya percibido $300. El hogar habrá percibido $5.300, pero la 1º persona estaría entre el 10% “más rico” y la segunda en el 10% “más pobre”.

Para más datos, en el 2º trimestre de 2009 sólo el 23,8 % de los individuos del grupo decílico de menores ingresos pertenecen al 10% de los hogares más pobres. De hecho, el 8% de individuos con ingreso personal más bajo pertenece al 30% de los hogares con ingresos más altos.

La “brecha de ingresos” (como se mal denomina al estimador de razón de Kutznets) es una “medida” que goza de gran popularidad...sólo en nuestro país. La gran mayoría de la literatura especializada ni siquiera la considera entre las medidas de desigualdad. Esto no es caprichoso sino que obedece a que se trata de un estadístico tan poco robusto que hasta puede arrojar resultados contradictorios.

Volvamos a los ejemplos. Supongamos que se distribuyen $1.000 entre 10 personas de la siguiente manera: el más rico se lleva $300, el más pobre se lleva $10 y los 8 restantes reciben $690 en total; la brecha será entonces de 30 ($300/$10). En el mes siguiente los $1.000 se reparten así: el más rico se lleva $500, el más pobre $20, y los restantes $480, por lo que la “brecha” se habrá reducido a 25 ($500/$20), aunque en este último caso el individuo más rico se haya apropiado de la mitad de lo distribuido.

La utilización de las promedios en las estadísticas de distribución del ingreso están desaconsejadas, ya que son muy sensibles a la presencia de valores extremos (los valores excepcionalmente altos, o bajos). Mucho más las medias de los extremos de la distribución, doblemente afectadas por lo mismo. Observar las medianas de ingresos por encima de las medias, es una de las recomendaciones del informe Stiglitz – Sen – Fitoussi de setiembre de este año.

Conforme a las prácticas usuales para las encuestas continuas de empleo, los ingresos de las personas y los hogares relevados por la encuesta son aquellos efectivamente percibidos en el mes de referencia (mes anterior a la entrevista).

Ello trae aparejado que los resultados obtenidos se vean afectados por la inclusión de valores de ingresos no representativos del ingreso personal disponible. Partidas como el aguinaldo para los asalariados, los ingresos de profesionales independientes o por actividades del sector agropecuario, por ejemplo, están sujetas a períodos de percepción distintos al mes; por lo tanto su inclusión comporta un efecto distorsivo para todas las distribuciones, de particular impacto tanto sobre las medidas de desigualdad como sobre las estimaciones de pobreza.

Por lo tanto la comparación de punto de observación contra punto de observación, no resulta apropiada. La atención debe centrarse sobre la línea de tendencia de las sucesivas estimaciones.

Lo que sí se puede afirmar:

La Encuesta Permanente de Hogares asume el hogar como una de las dimensiones de análisis. ¿Por qué se utiliza el concepto de hogar? Porque las personas, para vivir, en cada una de las viviendas se nuclean en grupos a partir de los cual desarrollan diversas estrategias de vida, sostengan o no vínculos de parentesco entre sí. Es por ello que se define el hogar como la persona o conjunto de personas, que compartiendo una vivienda también comparten gastos esenciales para vivir.

Al efectuar una medición del ingreso de cada una de las personas que componen el hogar, se llega luego a una sumatoria referida al Ingreso Total Familiar. Este es el monto que el conjunto de quienes comparten la vivienda, constituyendo un hogar, tienen disponible para satisfacer sus necesidades.

Por estas razones, la información más relevante respecto a la distribución del ingreso monetario, es la que se proporciona respecto del Ingreso Total Familiar, ya que discrimina acerca del nivel socioeconómico de las personas y los hogares.

El coeficiente de Gini del Ingreso Total Familiar bajó de 0.484 en el 3º trimestre de 2003 a 0.435 en el 4º trimestre de 2007, y de allí bajó a 0.426 en el 2º trimestre de 2009 ( en 2003 era 14% más alto que en 2009). Esto indica una mayor equidad de la distribución del ingreso: Gini es igual a cero si todos las unidades reciben lo mismo y se aproxima más a 1 mientras más desigual sea la distribución.

Que en los 2 trimestres anteriores el coeficiente de Gini haya sido de alrededor de 0,415, no indica que la tendencia de la estimación haya variado.

En 2003 la mitad de los hogares recibían $745 o menos. Durante la primera mitad de 2009 más de la mitad de los hogares percibe por lo menos $ 2450 (329%). Comparado con fines de 2007 (mediana de $1790) la mediana actual es 137%.

Asimismo, la distancia proporcional del hogar del percentil 90 al del percentil 10 se achicó considerablemente. El cociente entre ambos es de 7,8 veces, el más bajo que se haya presentado en la serie, que mostraba una diferencia de 11,8 veces en 2003, es decir 50% superior.

Por otra parte el Ingreso Per Cápita de los hogares pasó de una mediana de $250 en el 3º trimestre de 2003 a $820 en el 2º de 2009 (328%). Desde fin de 2007 el crecimiento es de 36%.

Respecto a los ingresos obtenidos por las personas que trabajan en su ocupación principal, la mediana creció de $400 a $1500 (375%) entre el 3º trimestre de 2003 y el 2º de 2009. Desde el 4º trimestre de 2007 (mediana de $1000) al 2º de 2009 el crecimiento es de 50%.

La distancia entre el hogar del percentil 90 y el del percentil 10 descendió de 30 veces en 2003 a 12,5 veces en el 4º trimestre de 2007, y a 10,7 veces en el 2º trimestre de 2009 (la más baja de la serie).

Todo ello podría haberse dicho, ya que no sólo es técnicamente correcto, sino que además es lo verdaderamente relevante.

Si aún con sus defectos, se hubiera querido utilizar las brechas entre los ingresos de los hogares, podría haberse dicho que, mientras en 2003 el 10% de los hogares de mayor ingreso percibían 27,4 veces lo que el 10% de los hogares de menor ingreso, en 2009 esa relación bajó a 18 veces.


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