Por Jorge Coscia *
De este y otros temas fui a hablar al programa de televisión Le doy mi palabra, gentilmente invitado por su conductor, Alfredo Leuco. Durante el programa, José Eliaschev, habitual columnista, no me habló. Casi ni me miró mientras yo discutía con sus compañeros. No me trató como a un invitado, ni siquiera como a un adversario. Cuando, al finalizar mi intervención, me levanté con la intención de saludarlo, se retiró de la mesa y, sin siquiera mediar palabra, salió del estudio. Curioso modo de hacer honor a los buenos modales y a las formas que diariamente le exige al Gobierno. En cambio, sus compañeros de programa sí tuvieron la delicadeza de intercambiar ideas y saludos conmigo.
Pero no fue la falta de caballerosidad de Eliaschev lo que me perturbó, sino la innoble, mezquina y mal intencionada versión que puso a circular sobre mi intervención de aquel día. Así se refirió a mis dichos: “El secretario de Cultura de
Para poner las cosas en su justo término, permítanme citar textualmente lo que dije: “Me parece muy bien tomar como ejemplo los mejores elementos que tenga el Uruguay, (pero) es difícil tomarlo (como modelo) para
En sintonía con la perspectiva histórica que quise ofrecer e intentando una reflexión más amplia sobre modelos de país, hice míos algunos de los argumentos de quien, a mi juicio, fuera el agudo pensador del Uruguay y la integración regional, el recientemente fallecido Alberto Methol Ferré. Fue el inolvidable Tucho quien nos explicó que el derrumbe de la hegemonía británica en el Río de
¿Acaso Methol Ferré merece también las diatribas de Eliaschev? Pero, en verdad, bastaría con comparar mis dichos textuales con lo escrito por el periodista para poner de manifiesto la mala intención que, además de difamarme, intentó tensionar las relaciones entre dos países hermanos, frente a la circunstancia del viaje presidencial.
Lo que sostuve sólo puede escandalizar a los nostálgicos de George Canning o Lord Ponsomby y no ofenderá, estoy seguro, a los actuales herederos de Artigas que desde el gobierno oriental honran su memoria. A mí en particular no me agraviaría que alguien sostuviera que males equivalentes también amenazan a
Es de destacar la madurez democrática del Uruguay, pero hablando de toxicidad, es envenenado y de mala fe hacerlo siempre en detrimento de nuestra democracia y presentando a Argentina como la contracara defectuosa del país oriental.
La actitud de Eliaschev se encuadra en una lamentable tradición de vieja data que, con la intención de difamar a sus adversarios, no duda en desinformar y tergiversar, incluso a riesgo de lesionar la relación con países hermanos.
¿Habrá confundido Eliaschev el sincero “ni vencedores ni vencidos” de Pepe Mujica al celebrar su victoria, con el cínico del general Lonardi al derrocar a Perón en 1955?
Descarto esto, pero para confirmarlo propongo empezar por aceptar la mano de un entrevistado, respetando sus convicciones y argumentos, sin tergiversaciones que tengan el amargo sabor de la cizaña.
* Secretario de Cultura de
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